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España España · Santander
Voto de burton:
9
Ciencia ficción. Drama. Comedia En un extraño y deprimente universo futurista donde reinan las máquinas, una mosca cae dentro de un ordenador y cambia el apellido del guerrillero Harry Tuttle (Robert de Niro) por el del tranquilo padre de familia Harry Buttle, que es detenido y asesinado por el aparato represor del Estado. El tranquilo burócrata Sam Lowry (Jonathan Pryce) es el encargado de devolver un talón a la familia de la víctima, circunstancia que le permite ... [+]
22 de mayo de 2006
65 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso también aunque no premonitorio que Gilliam filmara esta película en 1984, justo también cuando Michael Radford rodaba la obra epónima del genial Orwell.

Si bien todo hay que decirlo, la obra (Brazil) roza sucintamente la verdadera substancia de la obra literaria, esto es, la descripción de la vida concebida en un mundo formado por estados totalitarios, bloques políticos de pensamiento que alienan las mentes colectivas de los habitantes, y los convierten en medios para el fin; el fin de un poder perpetuado.

Así pues, Gilliam basándose en la obra Orwelliana, encamina a su protagonista Sam Lowry (una especie de Winston Smith más atolondrado), desde su puesto de funcionario del departamento de registro, y sin ambiciones a ascender en el escalafón profesional (y ello aún a pesar de los ímprobos esfuerzos de una madre con influencias en el departamento de información) a través de una serie de alocadas aventuras y ensoñaciones Gilliamianas, muy al estilo del preludio obertura del Sentido de la Vida.

Si bien la obra literaria constituye una indiscutible OBRA MAESTRA, esta obra podríamos catalogarla coma una obra menor, aunque no exenta de méritos propios.

Como casi toda la producción de este director, ésta está revestida de su habitual impecabilidad en cuanto a la facturación técnica.

Jonathan Pryce (Sam Lowry) perfila su personaje dotándole de una maravillosa profundidad psicológica, y al igual que el Winston Smith de 1984, se enamora también y de manera repentina de una Julia particular, Jill Layton (Kim Greist), luchando ambos por un fin menos vital que en la obra de Orwell, pero igual de loable; evitar una injusticia.

Aquí no se habla en neolengua, ni tampoco se utilizan tres tipos de vocabularios, ni se tiende a reducir el vocabulario para evitar que la gente tenga conciencia, ni existe el doblepensar, ni el crimental, ni hay telepantallas,ni se habla del famoso GRAN HERMANO.

Ahora bien, y dado que esta obra también se desarrolla bajo "los auspicios" de un estado totalitario, existen ministerios fuertemente burocratizados que entorpecen el devenir cotidiano, y aletargan las conciencias de una población cada vez más embrutecida.

No creo que Gilliam se planteara criticar lo que Orwell en su obra 1984 denominaba como el Ingsoc (interesante también el prólogo de Rebelión en la Granja), o socialimo inglés, pero sí que bajo esta serie de impactantes y deliriosos gags visuales, hay un cierto tono de denuncia no sólo hacia cualquier forma de totalitarismo, sino también a otro tipo de histerias "totalitarias" menos ofensivas y más superficiales como la obsesión por la estética en general.

Para verla como lo que es, una película de uno de los directores más locuaces y locuelos del panorama artístico mundial.
burton
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