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Voto de Reaccionario:
6
Drama Irlanda, 1979. Frank y Gerard, dos jóvenes terroristas, son detenidos y juzgados Frank es condenado a cadena perpetua, y Gerard a doce años. Ellos y trescientos compañeros, se niegan a vestir el uniforme reglamentario, porque se consideran prisioneros de guerra. Después de algunos enfrentamientos, se llega a un acuerdo: los terroristas, tal y como pedían, podrán vestir ropa de calle, pero el Gobierno concede también ese privilegio a los ... [+]
6 de octubre de 2013
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólido drama carcelario, didáctico, descriptivo y con un reparto notable (Helen Mirren, Aidan Gillen, Fionnula Flanagan... y la bella Geraldine O'Rawe), basado en hechos reales y con cierta fama antaño, inspiró canciones y todo, pero hoy día casi olvidados, sobre el recurrente conflicto irlandés. Aunque es mejor dejar en el aire el argumento porque para mí fue una sorpresa encontrarme con lo que aquí se cuece, que es mucho. Evidentemente la comparación con "En el nombre del padre" (1993) es obligada por prácticamente todo, incluido el título que casi plagia. De todos modos aunque el parecido es inevitable, no es lo mismo una que la otra, y no sólo porque la de Jim Sheridan, que aquí para fortuna de todos, colabora como guionista, es inmensamente mejor, y en todo caso, la película sobre todo el mundo del IRA y demás, aunque no sea lo más importante de esta.

El listón estaba demasiado alto para Terry George con "En el nombre del padre" pero eso no quita que ruede una película con sentimiento, especialmente materno, pero sobre todo, cabeza. En ella muestra con firme ecuanimidad las distintas posiciones del problema norirlandés, sin demonizar, ni alabar acríticamente ni a unos ni a otros. El que uno esté con los británicos, como es mi caso, o con los irlandeses, es lo de menos ante un trabajo así. Dicho esto, la película no puede ocultar el grado de fanatismo, odio, alucinación, rencor de los nacionalistas dispuestos a buscar cualquier chivo expiatorio, los ingleses, para justificar sus propias miserias. Ante esta espiral de violencia hay que tener el valor de plantarse y escoger la vida por encima de políticas, derechos y demás hojarasca, de la mano de la Iglesia católica, las madres y aquellos hombres de buena voluntad.
Reaccionario
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