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6
Western Tras haber participado en la Guerra de Secesión (1861-1865) en el bando nordista, un indio vuelve con su tribu y se encuentra un panorama desolador: su pueblo vive en la miseria y está a punto de perder sus tierras. Así, pues, tendrá que seguir luchando, en este caso contra las injusticias a las que su pueblo se ve sometido. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Anthony Mann jamás se le concedió un Oscar como mejor director, es más, nunca estuvo nominado para esta categoría. Los motivos de tamaña injusticia pueden ser varios, uno de ellos es que era un realizador notable y se ve que eso en Hollywood siempre ha molestado lo suficiente como para mirarte por encima del hombro. Pero es que además Mann se atrevía a tocarle las narices al establishment liberal recordando las aberraciones cometidas, por ejemplo, contra los indios por los Estados Unidos. Pero tranquilos, pronto vendrá John Ford con su séptimo de caballería a poner las cosas en su sitio y hacer propaganda yanqui, con el beneplácito de todos los progresistas antiamericanos de Occidente, lo cual es una combinación algo extraña, pero qué le vamos a hacer. El tema racial en su vertiente nativa aún escocía en 1950 teniendo en cuenta que hasta 1948 algunos estados prohibían el voto a los indios americanos, aunque al menos desde 1924 una ley, por cierto, promovida, aprobada y sancionada por un representante, un congreso y un presidente republicanos, les otorgaba la ciudadanía plena, aunque sólo a los que hubieran nacido con posterioridad a esa fecha, hasta que en 1940 finalmente se les otorgó de forma generalizada, independientemente de cuándo habían venido a este mundo.

Pues volviendo a la película "La puerta del diablo" se ubica temporalmente en la inmediata posguerra de la Guerra de Secesión (1861-1865) para encontrarnos con la absurda situación de que un indio norteamericano, militar y hasta condecorada por su valor, como no se le reconoce su ciudadanía tampoco tiene derecho a sus tierras. El punto de partida es real, la ley era así, pero la cosa es más complicada pues existían varias posibilidades para obtener la nacionalidad estadounidense y el protagonista está totalmente capacitado para conseguirla. De hecho a la altura de 1924 más de la mitad de los indios ya eran ciudadanos de los Estados Unidos. Eso no quita que el trato a los indios fuera pésimo, a menudo casi genocida, y que las opiniones racistas se extendieran por todo el país hasta llegar a la Casa Blanca, como con Theodore Roosevelt. Por cierto, que el responsable no era un régimen "imperialista" ni "reaccionario" sino una democracia republicana y avanzada, que no se nos olvide. En cualquier caso, la película plantea bien el drama hasta el punto de hacer innecesario la presencia de Coolan (Louis Calhern) como abogado tramposo. Los contendientes no son gente mala, sino que entran en conflicto por una serie de leyes torcidas que hacen enfrentar entre sí el derecho y la justicia.
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