Como anécdota, recuerdo que empecé a ver este anime al poco de salir en Japón pero tras un puñado de capítulos, la cadena en la que lo emitía dejó de hacerlo, con lo que me dejaron con cara de tonto. Años más tarde me volvió a suceder exactamente lo mismo pero ampliando el catálogo con unas cuantas entregas más. Por fin, a la tercera fue la vencida, acabo de ver los 167 capítulos que son la adaptación de los 36 primeros volúmenes del manga homónimo creado por Rumiko Takahashi, la autora de entre otros, "Ranma 1/2" (1989-1992), lo cual nos despierta buenas expectativas porque su firma es sinónimo de calidad y buen gusto, aunque no demasiado altas porque ya estamos en el siglo XXI, el 2000. Eso sí, el que espere un final mínimamente cerrado se va a llevar un chasco porque todo acaba del modo más brusco posible. Pero tranquilos, es normal porque el manga estaba inconcluso. Más tarde se pondrá colofón de verdad a la serie con "InuYasha: The Final Act" (2009-2010).

Sea como fuere tenemos un anime con el sello Takahashi, es decir, romance, humor y fantasía, pero con un punto más oscuro, pues además hay violencia y muertes. La mayor parte del tiempo nos encontramos en un Japón plagado de demonios, además de guerras civiles, en la era Sengoku, entre el siglo XV y el XVI, a donde la joven Kagome viaja desde el presente para recuperar la esfera de los cuatro espíritus. Aunque con el tiempo esta búsqueda pasa a un segundo plano para privilegiar el enfrentamiento con el malvado Naraku. Dicho esto, la serie empieza con cierta fuerza pero luego tiene baches en los que es un poco repetitiva, efectivamente las relaciones amorosas no terminan de avanzar, junto a otros capítulos de más intensidad, de hecho hay algunos muy buenos. Por suerte, "Inuyasha" se salva bien, cuando la acción flaquea, por el carisma de los personajes y por las abundantes inyecciones de humor, que siempre se agradecen. Destaca también el doblaje y una banda sonora muy buena.

Aunque en general es una serie entretenida me parece que peca de lo que llamo el "efecto Pokemon". Es decir, que la trama se estira hasta el infinito, incluso improvisando, y lo que es peor, que apuestan sobre lo seguro, sin arriesgar en una mayor evolución de los personajes. Por eso no llega a ser épico o a tener una estructura perfectamente lógica. Cambiando de tercio, si observamos, las chicas ejercen un poder bastante obvio hacia los varones, a pesar de adherirse a patrones completamente sexistas, machistas y jerárquicos. ¿Cómo es posible? Pues lo es en cuanto que el trato de géneros se estructura en unas pautas tradicionales, que son parecidas a las occidentales. Es decir, lo que se considera correcto y lo que no lo es. Por ejemplo, es adecuado recibir golpes de una mujer pero lo contrarío sería una villanía indigna. De este modo, se construye un modelo desigual en el que el superior poder masculino está puesto al servicio de las féminas, que son las que de un modo u otro lo administran.

Pero volviendo estrictamente a la serie, no puedo dejar de decir algo de nuestros personajes. Por supuesto, Kagome, la colegiala protagonista a pesar del título, que es más maja, más guapa y más buena, es que no tiene defectos. Inuyasha, el demonio perro, "espabila, tonto", que le diría Shippo, aclárate y trata mejor a Kagome, que vale un potosí. Miroku, el monje, tienes mucha clase pero no hagas sufrir más a Sango, la exterminadora de demonios, que pese a su apariencia, es más tierna que nadie, además de muy bella. Shippo, el demonio zorro niño, es encantador y Kirara, gata de dos colas, es un pokemon. Ojo con el principesco Sesshōmaru, a su fiel Jaken, y a la pequeña Rín, uno de los personajes más interesantes de la serie, y encima es que es preciosa. No puedo mencionar a todos los secundarios pero sí a los más monos: Soten y su dragoncito (capítulo 68, spoiler), los cinco zorritos, "¡maestro, señor, señorío, miau, miii!" (capítulo 130), y Kanta, el pequeño demonio nutria (capítulo 143).