"Solo en casa" no es que sea una obra filosófica pero aun así deja lugar a frases como ésta pronunciada por un angustiado Marley. Porque esta película total no deja de ser una acertadísima mezcla de géneros como el cine familiar, el navideño o la comedia. En sus 100 minutos de duración hay momentos para la risa, el drama, la maduración personal, la enseñanza tirando a moraleja, los sentimientos familiares y hasta algo tan tontorrón pero bonito como el espíritu de la navidad. Además, algo tan raro hoy día, el niño es un crío de verdad. ¿Quién no ha querido vivir como un salvaje haciendo lo que a uno le diera la gana saltándose toda regla o prohibición? Y lo más gracioso es que todas las transgresiones se limitaban a paridas como ver la tele, comer lo que a uno le gusta o saltar sobre la cama o un sillón. Sea como fuere, o mucho ha cambiado la niñez o los niños seguirán disfrutando como enanos con esta sencilla "Solo en casa" como lo hicieron los de mi generación.

Por algo estamos hablando de una de las película más taquilleras de toda la historia y la segunda del mundo en 1990. Película para todas las edades, para ver en familia, con un argumento tan simple como cautivador y que pese a tener su punto fuerte en la figura de los dos atracadores, consigue llegar en otras secuencias a grandes momentos de lirismo, de éxtasis casi sagrado, como cuando Kevin (Macaulay Culkin) acude a la iglesia o pide compungido que su familia vuelva. Pues como he apuntado antes hay moraleja y el Kevin impertinente que desea vivir en anarquía evoluciona hasta ser un buen niño. Pero es que por si fuera poco la parte de los ladrones es completamente desternillante. Esa mezcla de "El Coyote y el Correcaminos" y los "Tres Cerditos", esa especie de cuento moderno con los nuevos lobos queriendo acceder a casa llega a unos niveles de comicidad impensables. Prometo que no podía dejar de reír con tanto porrazo, caída, quemaduras y pinchazos.