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Voto de Reaccionario:
9
Drama. Intriga En 1964, en un pueblo sureño, donde el racismo está profundamente arraigado y el Ku Klux Klan reivindica violentamente la supremacía blanca, tres activistas defensores de los derechos humanos desaparecen sin dejar rastro. Dos agentes del FBI, de caracteres muy diferentes, se harán cargo de la investigación. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2011
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que tengo debilidad por Alan Parker. Todo lo que he visto de este director me parece realmente bueno. Y con ese estilo tan personal, tan fácilmente reconocible.

En esta soberbia película, basada en hechos reales, dos agentes del FBI, magníficamente interpretados por Willem Defoe y Gene Hackman, deben resolver unas desapariciones racistas en el estado de Missisipi. Los dos agentes, de personalidades muy diferentes, Ward, correcto, educado, confiado, legalista, y Anderson, cínico, duro, instintivo y conocedor de la calle, sirven de contraste y marcan la medida a la hora de afrontar la investigación. ¿Hasta qué punto tienes que actuar dentro de la ley y hasta donde te la puedes saltar?

Ciertamente la historia es una denuncia del racismo, de la sociedad sureña, cerrada, desconfiada y temerosa de cualquier extraño. Los diálogos que genera el tema son excelentes y para el recuerdo nos quedarán secuencias memorables, de una belleza plástica a la que Alan Parker nos tiene acostumbrados, pero que son tan difíciles de ver en el cine. Me refiero a todo el principio, fantasmal, magistralmente rodado, a la secuencia del asalto cuando el niño negro hace la cruz, cuando salen Ward y Anderson y se encuentran con la cruz en llamas, etc.

La trama principal está enriquecida con la historia de amor de Anderson, que sirve perfectamente, entre otras cosas, para crear más tensión en los personajes, al mezclar lo oficial con lo personal.

Del mismo modo Parker intercala una serie de secuencias realistas, casi como si fuese un noticiero, donde es la misma gente la que justifica el racismo y la discriminación. Las imágenes del Ku Klux Klan, del fanático predicador son espeluznantes por la veracidad de las mismas.

Destaco de esta película la excelente fotografía, el montaje, y obviamente, la dirección de Parker un tono clásico pero cálido, intimista y un ritmo adecuado para esta historia.

Igualmente la cinta plantea un interesante conflicto ético-político que a más de uno se le puede escapar. En realidad los racistas, el Ku Klux Klan, son los defensores del estado de derecho, de la ley, de la democracia, de los derechos fundamentales. Quién no me crea puede volver a ver las declaraciones, los discursos, las proclamas de estos. En cambio los policías y los que les ayudan tienen precisamente que saltarse todo eso para ayudar a los negros. Es precisamente el estado de derecho, la ley, la democracia y los derechos fundamentales los instrumentos de los racistas y lo que les da fuerza para mantener su régimen de terror y es cuando los hacen añicos Ward y Anderson, cuando los vulneran haciendo caso omiso, pueden hacer justicia. Que piense más de uno.
Reaccionario
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