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8
Aventuras. Acción. Fantástico Un niño que pertenece a una tribu primitiva graba en su memoria los rostros de los guerreros que han exterminado a su familia y a él lo han vendido a unos mercaderes de esclavos. Años después, el joven se ha convertido en un forzudo y valiente guerrero. (FILMAFFINITY)
3 de febrero de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya joya la de John Milius que con "Conan, el bárbaro" llevó el género de espada y brujería o fantasía medieval a su cota más alta. Una de las primeras y sin duda, la mejor de este tipo de películas. Aún así, reconozcamos que la historia no es especialmente buena, que el hilo argumental a veces no es muy claro o que más de 30 años después, algunos efectos especiales no impacten como en 1982. Sin embargo, estas pequeñeces quedan en segundo plano ante el virtuosismo artístico que nos ofrece Milius, que por momentos te recuerda a Sergio Leone. Por ejemplo, coge la genial banda sonora de Basil Poledouris y con ella construye uno de los mejores ejemplos de Ópera-Cine que recuerdo. Minutos enteros en los que la fuerza de las imágenes, la música, los silencios y los movimientos de los personajes se adueñan de la narración. En este sentido esa secuencia del principio en el que se tiran diez minutos contados con reloj en mano sin decir ni una palabra es fabulosa, grandiosa y teatral. Es verdad que no siempre consigue mantener este listón inicial tan alto pero llega a él unas cuantas veces, incluido en el apoteósico final. Por eso, el resultado final es una obra preciosista de inaudita belleza.

Creo sinceramente que muchos que critican a "Conan, el bárbaro" no la entienden. Se quedan en la aventura o los combates pero se les escapa, no sólo la belleza de las imágenes, la composición o la música que la envuelve, sino el sentido metafísico o el simbolismo que esconde. Otros lo han señalado ya. Estamos ante la reivindicación más depurada de lo épico y del valor, sin más justificación que el heroísmo en sí mismo. Conan es el prototipo de superhombre de Nietzsche o los darwininistas, un ser puro, libre, más allá del bien y del mal, que se mueve por el poder, la lucha y su propia supervivencia. La grandeza como fin y como medio, la camaradería de las armas, especie de credo donde caben todas las virtudes: la lealtad, la amistad, la entrega y el amor. Por que el valor no es sólo matar enemigos, si no dar la vida por otro o afrontar la muerte sin pestañear. Voluntarismo, irracionalismo, vitalismo, orgullo de casta, toda una ideología que se tacha a la ligera de fascista cuando en realidad es anterior a esta filosofía política. Un servidor no es que la comparta pero tiene nobleza que es lo que cuenta. En fin, una gran película que empequeñece a mediocridades del género como "El señor de los anillos".
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