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Voto de Reaccionario:
4
Comedia. Drama En plena Guerra Fría, el profesor Hamilton, un sabio ingenuo que creía en las bondades de la energía nuclear, al darse cuenta de su error, huye y se lleva consigo todos sus secretos. Encuentra refugio en Calabuch, un pueblo mediterráneo que a él le parece maravilloso porque la gente se limita a vivir y conserva el sentido del humor y de la amistad. (FILMAFFINITY)
9 de agosto de 2013
6 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billar, dominó, tertulias en el café, toros, descansar al solecito, bañarse en el mar, cine, cartas, ir a la iglesia, bailes, tirar petardos, hacer verbenas. Vamos, están de fiesta las 24 horas de los 365 días del año. Aquí las únicas que trabajan son las mujeres aunque sea de maestra, en el bar, atención a la atractiva e imponente encargada, interpretada por Isa Ferreiro, o en las tareas del hogar. Ellos, como mucho, pintar unas letras de una barca, dedicarse al contrabando y poco más. Se supone que es un pueblo pesquero pero no veremos a nadie enfrascado en las duras faenas de la mar, ni en ninguna otra cosa que suponga algún esfuerzo. Como se ve, "Calabuch" es una enorme mentira que tiene como fin transformar la realidad a nuestro gusto. Dicho esto, y siendo una especie de comedia, tampoco es plan de sacar las miserias humanas, pero si se nos vende un ideal de vida y éste es falso, ya me diréis qué mérito tiene. La película, pese a su enorme puerilidad, tiene su gracia en que resulta entrañable y cuenta con unos personajes simpáticos, en especial, el profesor Jorge Hamilton (Edmund Gwenn, que es clavado a Ernest Hemingway).

"Calabuch" tiene el grave defecto de que carece de historia y que cuando Berlanga quiere subsanarlo, se vuelve bastante absurda. De todos modos, interesa más las variadas y muchas de ellas absurdas interpretaciones de la película. Por ejemplo, no os ponéis de acuerdo si es una crítica a la dictadura o una apología. Yo creo que pretende ser lo primero pero le sale lo segundo. Sin embargo, el delirio progresista es tal que muchos ven aquí una especie de glorificación anarquista. Pero este pueblo tiene de anarquista lo que yo de cantaora flamenca, que es nada. El resultado es una representación idílica de la España franquista. Por eso el régimen la bendice y por eso, muerto el general, no la hemos visto más en la pantalla. Pero en qué cabeza cabe que los izquierdosos vayan en tropel a las iglesias. Eso sí, admito que hay una idea, fundamental en la izquierda, según la cual si cada uno se limita a vivir libremente y a hacer lo que le da la gana, se producirá una armonía instantánea. La idea es bastante boba (¿no producirá el caos?), por eso se recurra a la mentira para defenderla, pero revela la afinidad entre liberalismo y anarquismo.
Reaccionario
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