Cada vez me convenzo más de que lo que se valora en una película es lo diferente o novedoso que sea respecto a la mayor parte de trabajos que la preceden. Lo demás, historia, guión, diálogos, interpretaciones, dirección artística, banda sonora, fotografía, y por su puesto, la parte intelectual o simbólica, valores, ideas o conceptos que maneje, en realidad importan un pepino. Esta "Snatch. Cerdos y diamantes" es otro ejemplo de lo que digo. Una comedia negra con algo de acción, pasable y que te hace reír en algún que otro momento, especialmente cuando aparecen los tres negros de los que el mejor es el gordito, pero nada más. Ver la nota, casi un 8, y las críticas que se lleva es para frotarse los ojos o pellizcarse. ¿Cuál es su virtud? Pues que es diferente. Muy pocos trabajos se parecen a éste.

"Snatch. Cerdos y diamantes" no deja de ser una mezcla de "Pulp Fiction" y "Ocean's Eleven". Diálogos pretendidamente graciosos y naturales pero artificiales (nadie habla así) cuyo rasgo común es la mayor cantidad de tacos por minuto, una cantidad de personajes desorbitada, un montón de tramas que difícilmente casan entre sí, un estilo acelerado y en el fondo cutre con movimientos de cámara brutales y planos detalles. Y sobre todo, bajos fondos, violencia, mucha violencia y delincuentes pero siempre vistos de forma alegre. Se ve que esta combinación apasiona al personal, cosa preocupante, pues en realidad no tiene nada de simpática. Pero ya llevamos años sufriendo el "glamour" del crimen desde "El Padrino" hacia adelante. Por cierto, más que gitano el personaje de Brad Pitt es un nómada irlandés o tinkers.