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Voto de Reaccionario:
3
Drama Texas, principios del siglo XX. Una historia sobre la familia, la avaricia y la religión. Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) se traslada a una miserable ciudad con el propósito de hacer fortuna, pero, a medida que se va enriqueciendo, sus principios y valores desaparecen y acaba dominado por la ambición. Tras encontrar un rico yacimiento de petróleo en 1902, se convierte en un acaudalado magnate. Cuando, años después, intenta ... [+]
8 de noviembre de 2014
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el primer momento llama la atención un estilo como muy clásico, que me ha recordado a la magistral "Bailando con Lobos" (1990), si bien tampoco es que se parezcan mucho, ni siquiera en la época. Ayuda una cuidada fotografía, que se llevó un Oscar, junto a Daniel Day-Lewis, que se llevó otro. Sin embargo, no es más que un espejismo. Lo que empieza de modo prometedor comienza a hastiar a los cinco minutos con una falta de diálogos, ni siquiera palabras, que por fortuna se superará pronto. "Pozos de ambición" es la adaptación de la novela "Oil" escrita en 1927 de Upton Sinclair, ganador del Pulitzer en 1943. El hombre fue candidato a gobernador por el Partido Socialista en 1926 y 1930, y por el demócrata en 1934, así que ya sabemos de qué pie cojea la obra. Creo que si ponen a un empresario malvado, psicópata y ambicioso, para muchos progres es ya un peliculón. Pues no, para llegar a esto hay que ser más complejo.

El causante de este impresionante tostón es Paul Thomas Anderson, no confundir con el "bueno", Paul W. S. Anderson, director de "Resident Evil" (2002) y marido de Milla Jovovich. No, es el señor que ya nos destrozó con la vomitiva "Magnolia" (1999). En esta ocasión, regresa con un drama farragoso que viene a fundir "Gigante" (1956) con "Elmer Gantry" (1960), que tampoco ninguna de las dos son para echar cohetes. Sea como fuere, es la típica película que aburre una barbaridad por su lentitud e irrelevancia, pero sobre todo porque no se de qué va. Es decir, van pasando cosas pero no se vislumbra ese hilo conductor que determina los acontecimientos futuros. Pensé que con la presencia de alguna mujer sería más llevadera pero ni siquiera lo intentan. Al final la propuesta de narrar la historia norteamericana a partir de dos personajes símbolos, el petrolero y el religioso, hace aguas por que son grotescos, no reales y unidireccionales.
Reaccionario
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