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Voto de Reaccionario:
6
Drama Un análisis sobre el poder de la televisión, que retrata un mundo competitivo donde el éxito y los récords de audiencia imponen su dictadura. Howard Beale, veterano presentador de un informativo nocturno, es despedido cuando baja el nivel de audiencia de su popular programa. Sin embargo, antes de abandonar la cadena, ante el asombro de todos, Beale anuncia que antes de irse se suicidará ante las cámaras, pegándose un tiro en directo en ... [+]
7 de julio de 2013
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Argumento grotesco, algo surrealista y paranoico, y desde luego exagerado, es el que maneja "Network", retrato absolutamente descarnado de las miserias de los medios de comunicación, pero por extensión, la sociedad en su conjunto. La información como negocio, la lucha por las audiencias, el sensacionalismo, la búsqueda del morbo hasta llegar a límites insospechados o el desprecio de cualquier normal moral aparecen en esta parábola que funciona más como llamada de atención que como descripción fidedigna de la realidad. No en vano aún no hemos llegado a esos niveles de abyección. De todos modos, la realidad siempre supera a la ficción y lo que nos puede parecer licencias de guión en la película tiene un trasfondo real. Por ejemplo, el grupo este terrorista es un calco del muy real y extravagante "Ejército Simbionés de Liberación", responsable de varios atracos a bancos, secuestros y asesinatos. O, por ejemplo, el suicidio en directo de la periodista Christine Chubbuck en 1974 en el que se inspira el argumento del filme.

No obstante, aunque hay varias tramas en "Network" unas con más interés que otras, por ejemplo, la romántica como que desentona, es la parte filosófica que se lleva el gato el agua, en concreto los vehementes discursos de Howard Beale (Peter Finch) y la esclarecedora réplica de Arthur Jensen (Ned Beatty). De entrada el mensaje de Howard me recuerda muchísimo al del movimiento de los indignados: indeterminado, confuso, hinchado, que expresa más rabia que propuestas coherentes. Como se ve, la situación descrita es muy parecida a la actual y entre otras cosas muestra la desorientación en la que nos encontramos. La gente recibe tortas por todos lados pero como no saben de donde les vienen, ni cómo pararlas, montan en cólera y se deja llevar por la frustración. Aceptemos tal cual la crítica del sistema que realiza Howard. Muy bien, pero el mundo real es el que nos muestra Jensen. Ahora bien, el triunfo de la visión de Jensen se da por los millones de Howards que dan alas a un estado de cosas en las que se acaban imponiendo los poderosos.

Si ya no existen las naciones, ni los pueblos sino un sistema mundial regido por el dinero no es porque no haya ideologías sino porque la victoria del liberalismo es tan absoluta que sus postulados se toman como la realidad misma siendo aceptada unánimemente por todos. Luego es normal que esa visión sea la del mundo como un mercado, un negocio inmenso con el beneficio como único motor. Ahora bien, protestamos por la falta de libertad y adoramos el liberalismo, criticamos que no haya democracia cuando es el único sistema político existente, alabamos el individualismo y en cambio, como dice Howard, nos hemos "mecanizado como vulgares robots", presumimos de derechos humanos y vivimos en una "deshumanización estandarizada". ¿No es raro esto? ¿Contradictorio? Pues en realidad, no. Lo que pasa es que desconocemos el fondo nihilista, egoísta y embrutecedor del liberalismo democrático al que reverenciamos. Por eso, cuanto más libertad, igualdad y derechos promueve, más alienación, masificación y degradación humana consigue.
Reaccionario
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