Es una película francesa, lo cual es garantía casi segura de que vamos a encontrarnos con una mediocridad si tenemos suerte, y si no, una basura como es el caso de "Quiéreme si te atreves". Quizás puedo parecer duro pero es lo que me pide el cuerpo. ¿Pretende tener gracia Yann Samuell? Pues no tiene ninguna. ¿Emocionarnos? Pues lo que siento es ira. Ah, ya sé, nos ofrece una parábola romántica sobre un amor infinito pero lo que resulta sin fin es la estupidez humana. Me pregunto a qué persona le puede gustar esta payasada, cursi, repipi y tontísima, principalmente para salir corriendo porque me daría miedo permanecer al lado de alguien que sienta simpatía por este homenaje a la psicopatía y por unos personajes que no se sabe quién es más idiota, él o ella. Ahora bien, el "éxito" de la película es un reflejo del egoísmo, narcisismo, torpeza, falta de empatía y carencia de valores y principios sustituidos por un sentimentalismo idealista tan vago como falso que acusa parte de nuestra sociedad.

Yo la única explicación para estos dos es que son asquerosos, repelentes, descarados, imbéciles, locos, repugnantes, salvajes, memos, cerdos y unos desgraciados. Y lo mismo se puede decir de la película. Claro que antes he entrecomillado "éxito" porque siendo tan inverosímil, descerebrada, irritante y ridícula, ¿quién iría a verla? Pues cuatro gatos. Os doy datos: la 182 a nivel mundial. En Francia tuvo más éxito pero cualquiera, por ejemplo, "Fan Fan la Tulipe", la superó y si llega a regular, como "Feliz Navidad" (del 2005), pues la dobla en espectadores. Ahora bien, comparémosla con una película francesa realmente buena, que también las hay. Pongamos, "El Oso" (1988). Pues sí en su país la de 2003 tuvo poco más de un millón de espectadores, la otra sobrepasó los nueve. Y fuera no digamos. Por ejemplo, 15 años después, 553.504 dólares y la 248 en Estados Unidos frente a casi 32 millones y el puesto 38 de "El Oso" en 1988. Es que el público distingue la basura de una delicadeza.