La alegría de esta añeja película de 1938 sólo dura los primeros minutos, cuando aparece primero ese agradecimiento al Mehtal de Chitral, luego globo terráqueo con amplias franjas de color rosado marcando los dominios de la Corona y por último, con las imágenes reales de la India, moderna Pakistán, en la frontera con Afganistán. Es decir, el arrollador encanto del Imperio Británico en una época en la que el concepto se hace verdaderamente popular merced a las exposiciones coloniales, como la de 1924, o a trabajos cinematográficos como éste, más bienintencionados que atinado. De todos modos, es bonito ver estas cortes orientales y demás en vez de al fantasma de Gandhi, dándonos la brasa.

Desgraciadamente me temo que me atrae más la India de los turistas y las postales que la verdadera, sobre todo cuando se rueda con tanta parsimonia como lo hace Zoltan Korda, que emplea muchos extras y una ambientación adecuada pero que sumerge su historia en un baño de cloroformo en el que nos pasamos minutos y minutos sin que suceda realmente nada, acompañado de un reparto de lo más soso. “Revuelta en la India” es la adaptación de una novela de A. E. W. Mason pero que, aunque no empieza del todo mal, su falta de ritmo te hace prácticamente desconectar. En lo único que vale la pena es como documento histórico o como visión amable del colonialismo, que falta nos hace.