Pues le tenía ganas a esta antigua película de dibujos animados que creía haber visto hace años pero no, la que tenía en mente era otra. Así, a vuela pluma, nunca mejor dicho hoy, "La princesa cisne" parece una de Disney pero no lo es. En realidad, se basa bastante fielmente en el ballet de "El lago de los cisnes", compuesto por Chaikovski y a su vez inspirado en un cuento de hadas de Alemania. Aunque entre nosotros, la trama del ballet me parece aún mejor que la presente, a ver si algún director se atreve con una adaptación cinematográfica, que va a ser que no. Y aún así, la de Richard Rich se las apaña para asemejarse, quizá demasiado, a los clásicos de Disney, como "La bella durmiente" (1959), pero sobre todo a la trilogía moderna formada por "La sirenita" (1989), "La bella y la bestia" (1991) y "Aladdin" (1992). Pero antes de acusarla de ser una simple copiada tenemos que comprender que lo que hace es reproducir unos arquetipos ancestrales que están presentes en la mayor parte de los cuentos de hadas.

En este sentido, "La princesa cisne" es de un conservadurismo notorio, reproduciendo ideas, actitudes, valores y roles de género muy tradicionales, con la princesa desvalida y el príncipe heroico, y apostando por todo eso que llaman mitos del amor romántico. Esto la convierte en sumamente encantadora y mágica pero también en blanco del desprecio de las mentes progresistas. Hay en esta página quienes se quejan de que ya no se hagan películas como ésta y es muy cierto pero no las hacen porque a las izquierdas y en especial a los/las feministas, que son quienes mandan, les parece muy mal todo lo que aquí sale. Pero volviendo al largometraje en sí, no sólo resulta bastante entretenido sino también divertido. Seguramente su parte más floja sea su animación junto a algunos flecos de guión aunque el romance en sí también sea demasiado elemental. Eso sí, los números musicales son interpretados con mucha gracia y el "Hasta el fin del mundo" de Mónica Naranjo y Mikel Herzog es un temazo.