Mike Leigh es un director que me suele gustar, no suele ser tan tendencioso como su paisano Ken Loach. Aunque en esta ocasión se pasa de redundante, nos enfatiza en exceso su punto de vista, que entre la gente humilde que reivindica sus derechos (no en vano la democracia inglesa es de las más antiguas de Europa, a pesar de sus defectos) hay ciertos radicales peligrosos e ignorantes que pueden perjudicar a la mayoría, por otro lado la clase dirigente de la ciudad y el gobierno, son bastante cretinos por lo general, en especial el repulsivo principe de Gales y el ministro del interior también, el señor Leigh se recrea en exceso, perdiéndose en interminables discursos de un bando y del contrario, pero eso si, esta exquisitamente bien rodada y ambientada, un diseño de producción impecable, pero su excesiva duración le resta valor al conjunto.