Con unos sabios toques de neorrealismo a la italiana, un casi siempre interesante director y productor como Stanley Kramer, hace un film más que interesante mezclando la comedia costumbrista y el drama. Un cuarteto protagonista francamente bueno, Anthony Quinn haciendo un papel que repetiría hasta la saciedad a lo largo de su carrera ( pero que demonios, que bien lo hacia) como el borrachín del pueblo, que se hace el tonto, pero no lo es en absoluto, la siempre grande Anna Magnani, haciendo como es habitual en ella de un mujer de fuerte personalidad ( por cierto, debe ser de las pocas personas al que las ojeras les quedan bien ) por otro lado el germánico Hardy Kruger como el ambiguo oficial alemán que da una de cal y muchas de arena y por ultimo la bellísima Virna Lisi como la aristócrata desclasada que huye de un matrimonio desgraciado, que a pesar de la diferencia de clases de esa época y lugar pone su granito de arena para ayudar al pueblo.Al final todo transcurre como una especie de fábula moderna, con moraleja y todo.