Media votos
6,4
Votos
140
Críticas
139
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de claquetabitacora:
9
1937
6,8
84.171
Animación. Fantástico. Musical. Infantil
La malvada madrastra de Blancanieves decide deshacerse de ella porque no puede soportar que la belleza de la joven sea superior a la suya. Sin embargo, Blancanieves consigue salvarse y se refugia en la cabaña de los siete enanitos. A pesar de todo, su cruel madrastra consigue encontrarla y la envenena con una manzana. Pero la princesa no está muerta, sólo dormida, a la espera de que un Príncipe Azul la rescate. (FILMAFFINITY)
6 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último plano de “Blancanieves y los siete enanitos” cuenta con la visión gloriosa de un mundo idílico al que está a punto de acudir la princesa del cuento. Un mundo entre nubes, fantástico, rodeado de felicidad completa. Ese es, por así decirlo, el mundo que le esperaba a Walt Disney una vez se encendieran las luces de la sala y el público acabase rendido a los pies del maestro. Pero hasta llegar a ese sueño dorado hubo que atravesar un auténtico desafío: dar el paso de gigante y pasar de los cortometrajes al largo de animación. [...] Los Silly Symphonies, aparte de pequeñas joyas animadas donde Disney y los suyos dejarían una huella imborrable en el séptimo arte, serían el laboratorio o lugar de experimentación para encontrar las técnicas pioneras e impresionantes que darían forma a lo que se acabaría convirtiendo en la primera película de animación en color y sonoro. Títulos como “La diosa de la primavera” (1934) sería el preámbulo o la base para lo que sería Blancanieves como princesa o “El viejo molino” (1937), estrenado en salas de cine unos meses antes que la película en cuestión, sería el predecesor en utilizar técnicas tan asombrosas como la cámara multiplano o el rotoscopio.
“Blancanieves y los siete enanitos”, con Walt Disney a la producción, cuenta con 5 directores (siendo David Hand el que ocuparía el puesto de relevancia) y con 8 guionistas pues Walt siempre creyó que el éxito de sus películas radicaba en las historias. Basándose a su vez, en un cuento de los hermanos Grimm, quizás uno de los más conocidos y más aún después del estreno. Podría decirse que estamos ante un caso claro y palpable de una historia narrada a través de episodios auto conclusivos que si bien es cierto todos en conjunto forman una película completa puedes separar las escenas para ver cortos de metraje concreto y con momentos donde incluso el fundido a negro aparece para cerrar una parte y dar paso a la siguiente. Lo que queda patente nada más contemplar el filme es que nos encontramos con una historia de metraje muy conciso. Una historia con un leitmotiv simple pero repleto de crítica: la belleza física, en todo su esplendor, objeto de deseo de la reina, la cual no concibe ser relegada a un segundo puesto debido a que el triunfo de lo etéreo lo posee Blancanieves, princesa trasladada a simple doncella que se ocupa de los quehaceres del castillo como si de esta forma su belleza queda en entredicho o despojada de su candor atractivo. Dibujantes y guionistas plasman en el comienzo, apenas unos minutos, el contraste entre la vanidad de la madrastra y su envidia malsana (casi enfermiza) frente a la bondad insuperable e inquebrantable de la princesa.
Algo que sorprende es que Walt Disney no escatimó en momentos cruentos como por ejemplo promover el asesinato de la protagonista en uno de los muchos momentos logrados de la historia. Vemos a Blancanieves de espaldas a su asesino. Ella se encuentra interactuando con uno de los muchos animales que irán apareciendo a lo largo del metraje: un indefenso pajarillo. [...] Ella intenta calmar el ansia desesperada de ese animal consiguiendo de forma instantánea nuestra empatía y nuestra atracción, cosa que ya había logrado a través de la escena del pozo de los deseos. De pronto, la banda sonora cambia el tono, mucho más funesto y tenso. El asesino aparece convertido en sombra amenazante. Es un momento realmente logrado pues resume lo que iremos contemplando a lo largo de todo el metraje: el contraste claro entre luz y oscuridad. [...]
Incluso el género de terror tiene cabida en esta historia. Cuando la princesa huye y se adentra en el bosque éste se convierte en todo un pasaje del terror expresionista donde figuras abstractas y meros elementos de la naturaleza se convierten en monstruos grotescos y figuras terroríficas al cual David Hand ya nos tenía acostumbrados como es en el caso de su cortometraje “El juicio de Pluto”. Una vez más el contraste vuelve a aparecer al descubrirse quien se encuentra tras toda la pesadilla: los animales del bosque, los eternos secundarios imprescindibles de cualquier título Disney. La bondad en estado puro toma cuerpo bajo la forma de personajes mudos, hijos de cine silente, que siempre acompañarán a la protagonista siendo sumisos, obedientes y procurando el bienestar y satisfacción personal de la heroína de la función, en este caso Blancanieves. Son el elemento con el cual podemos identificarnos al instante. Es interesante ver como son ellos los que ahorrarán la faena a la princesa realizándola siempre bajo un manto de felicidad mientras ella simplemente cantará y hará ver que trabaja, algo muy típico. Incluso algo tan personal y particular como es la elaboración de comidas serán los animales los que realicen las acciones más pintorescas (como la escena del pastel). [...]
Pero si hemos de diferenciar y remarcar entre protagonistas y secundarios quienes se llevan el gato al agua son dos apartados: los enanitos y la bruja. Porque aún siendo Blancanieves la que ocupa el primer puesto en el título su rol es muy secundario o simplemente es objeto de odio y protección por ambos lados. Su participación es más bien el vehículo de lucimiento de la belleza femenina, donde se intenta por todos los medios plasmar la gracilidad de las princesas y aumentar sus rasgos femeninos. Y lo mismo sucede con el príncipe pues a diferencia de otros títulos similares aquí pasa de ser un secundario a una figura esporádica que aparece tan sólo al principio y al final e incluso su rol aporta poco o nada. Su personaje es tan sólo el idilio amoroso necesario para romper el hechizo y convertirse, además, en el elemento de traslación para la princesa, que le dará el beneplácito de convivir en ese castillo ansiado representado por un halo de colores pastel a modo de buenaventura y esperanza entre los cielos.
- continúa en spoiler -
“Blancanieves y los siete enanitos”, con Walt Disney a la producción, cuenta con 5 directores (siendo David Hand el que ocuparía el puesto de relevancia) y con 8 guionistas pues Walt siempre creyó que el éxito de sus películas radicaba en las historias. Basándose a su vez, en un cuento de los hermanos Grimm, quizás uno de los más conocidos y más aún después del estreno. Podría decirse que estamos ante un caso claro y palpable de una historia narrada a través de episodios auto conclusivos que si bien es cierto todos en conjunto forman una película completa puedes separar las escenas para ver cortos de metraje concreto y con momentos donde incluso el fundido a negro aparece para cerrar una parte y dar paso a la siguiente. Lo que queda patente nada más contemplar el filme es que nos encontramos con una historia de metraje muy conciso. Una historia con un leitmotiv simple pero repleto de crítica: la belleza física, en todo su esplendor, objeto de deseo de la reina, la cual no concibe ser relegada a un segundo puesto debido a que el triunfo de lo etéreo lo posee Blancanieves, princesa trasladada a simple doncella que se ocupa de los quehaceres del castillo como si de esta forma su belleza queda en entredicho o despojada de su candor atractivo. Dibujantes y guionistas plasman en el comienzo, apenas unos minutos, el contraste entre la vanidad de la madrastra y su envidia malsana (casi enfermiza) frente a la bondad insuperable e inquebrantable de la princesa.
Algo que sorprende es que Walt Disney no escatimó en momentos cruentos como por ejemplo promover el asesinato de la protagonista en uno de los muchos momentos logrados de la historia. Vemos a Blancanieves de espaldas a su asesino. Ella se encuentra interactuando con uno de los muchos animales que irán apareciendo a lo largo del metraje: un indefenso pajarillo. [...] Ella intenta calmar el ansia desesperada de ese animal consiguiendo de forma instantánea nuestra empatía y nuestra atracción, cosa que ya había logrado a través de la escena del pozo de los deseos. De pronto, la banda sonora cambia el tono, mucho más funesto y tenso. El asesino aparece convertido en sombra amenazante. Es un momento realmente logrado pues resume lo que iremos contemplando a lo largo de todo el metraje: el contraste claro entre luz y oscuridad. [...]
Incluso el género de terror tiene cabida en esta historia. Cuando la princesa huye y se adentra en el bosque éste se convierte en todo un pasaje del terror expresionista donde figuras abstractas y meros elementos de la naturaleza se convierten en monstruos grotescos y figuras terroríficas al cual David Hand ya nos tenía acostumbrados como es en el caso de su cortometraje “El juicio de Pluto”. Una vez más el contraste vuelve a aparecer al descubrirse quien se encuentra tras toda la pesadilla: los animales del bosque, los eternos secundarios imprescindibles de cualquier título Disney. La bondad en estado puro toma cuerpo bajo la forma de personajes mudos, hijos de cine silente, que siempre acompañarán a la protagonista siendo sumisos, obedientes y procurando el bienestar y satisfacción personal de la heroína de la función, en este caso Blancanieves. Son el elemento con el cual podemos identificarnos al instante. Es interesante ver como son ellos los que ahorrarán la faena a la princesa realizándola siempre bajo un manto de felicidad mientras ella simplemente cantará y hará ver que trabaja, algo muy típico. Incluso algo tan personal y particular como es la elaboración de comidas serán los animales los que realicen las acciones más pintorescas (como la escena del pastel). [...]
Pero si hemos de diferenciar y remarcar entre protagonistas y secundarios quienes se llevan el gato al agua son dos apartados: los enanitos y la bruja. Porque aún siendo Blancanieves la que ocupa el primer puesto en el título su rol es muy secundario o simplemente es objeto de odio y protección por ambos lados. Su participación es más bien el vehículo de lucimiento de la belleza femenina, donde se intenta por todos los medios plasmar la gracilidad de las princesas y aumentar sus rasgos femeninos. Y lo mismo sucede con el príncipe pues a diferencia de otros títulos similares aquí pasa de ser un secundario a una figura esporádica que aparece tan sólo al principio y al final e incluso su rol aporta poco o nada. Su personaje es tan sólo el idilio amoroso necesario para romper el hechizo y convertirse, además, en el elemento de traslación para la princesa, que le dará el beneplácito de convivir en ese castillo ansiado representado por un halo de colores pastel a modo de buenaventura y esperanza entre los cielos.
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Los enanitos son dibujados con roles remarcados e independientes los unos de los otros para quedar en el recuerdo por su representación pues cada uno lleva el nombre del aspecto o característica que los define a pesar de funcionar como un conjunto o grupo. Si bien es cierto que la película cuenta con tres episodios concretos: Blancanieves escapando, conviviendo con los enanitos y sufriendo la desgracia, todo lo demás gira en torno a la interacción de los enanos con ella siendo estos los protagonistas absolutos de la función, roba escenas sin posibilidad de crítica y confiriendo a cada una de sus escenas un tono entre desenfadado, tierno, cercano e incluso paternal. Ella acaba relegada a ser la “sirvienta” (como ya sucediera al principio de la historia) mientras ellos le confieren esa sensación de seguridad superflua al servicio de canciones, bailes, situaciones bufas y un empleo claro del humor slapstick con Mudito como protagonista del evento como bien muestran las escenas de la almohada, la del jabón entre otras. Es lógico admitir que fuese este personaje el que se llevara toda la atención del público en pos del resto de personajes. [...]
En el bando de los villanos la bruja es, por derecho propio y por antonomasia, uno de los mayores referentes no sólo en el campo de la animación sino de los malvados en general. Su rol es un auténtico festín para la vista cuya fisonomía es realmente grotesca al igual que sus intenciones son claras y concisas: matar lo antes posible a Blancanieves (la transformación de reina a malvada es perfecta, siendo una especie de resumen a lo que en realidad encierra la condición humana del personaje). Su único deseo es conseguir el estatus de ser la más bella, una forma como cualquier otra de dejar claro que su objetivo es meramente superficial, sin un trasfondo psicológico o más maduro. La vanidad en estado puro, el simple hecho de coronar un podio. La cúspide de lo etéreo llo representa el momento donde la princesa cae muerta ante el veneno de la manzana. Ahí la reina espeta “ahora soy la más bella” sin reparar que se encuentra enfundada y transformada en un ser feo, sin paliativos. Su deseo de prominencia la convierte en un ser obcecado, ciego ante la realidad. En este último instante llegará el tour de force final donde los enanos vienen corriendo montados sobre los animales mientras la bruja intenta escapar procurando asesinarlos sin importar las consecuencias. [...]
“Blancanieves y los siete enanitos” se convirtió en todo un acontecimiento y un título de referencia. El estandarte de la animación, el ejemplo a seguir a pesar de lo que las malas lenguas decían previamente al estreno que aquello tendría un fatídico desenlace y un estrepitoso fracaso en taquilla precisamente por ser una película de animación, algo que no mantendría ni el interés y ni la atención del público. Pero nadie contaba con el potencial del producto ni las posibilidades que encerraba Disney entre su equipo de animadores y las ideas que tenían todos ellos en conjunto. Visualmente era el resultado de un ejercicio de estilo impecable, desde las primeras escenas, donde la cámara multiplano le da al lugar una profundidad pocas veces vista anteriormente, siendo “El viejo molino” un anticipo de lo que llegaríamos a contemplar. [...] El contraste antes citado entre la luz y la oscuridad es plausible (la escena de la reina descendiendo a su laboratorio o ya reconvertida en bruja atravesando las catacumbas o incluso la ciénaga entre neblinas para dar paso a la luminosidad del interior de la casa con colores vivos son ejemplos prácticos de un trabajo bien realizado). [...] Sin paliativos, estamos ante una obra de arte atemporal y una obra maestra sin posibilidad de equivocación.
Crítica completa: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/05/06/critica-blancanieves-y-los-siete-enanitos-varios-directores-1937-el-prestigio-animado/
En el bando de los villanos la bruja es, por derecho propio y por antonomasia, uno de los mayores referentes no sólo en el campo de la animación sino de los malvados en general. Su rol es un auténtico festín para la vista cuya fisonomía es realmente grotesca al igual que sus intenciones son claras y concisas: matar lo antes posible a Blancanieves (la transformación de reina a malvada es perfecta, siendo una especie de resumen a lo que en realidad encierra la condición humana del personaje). Su único deseo es conseguir el estatus de ser la más bella, una forma como cualquier otra de dejar claro que su objetivo es meramente superficial, sin un trasfondo psicológico o más maduro. La vanidad en estado puro, el simple hecho de coronar un podio. La cúspide de lo etéreo llo representa el momento donde la princesa cae muerta ante el veneno de la manzana. Ahí la reina espeta “ahora soy la más bella” sin reparar que se encuentra enfundada y transformada en un ser feo, sin paliativos. Su deseo de prominencia la convierte en un ser obcecado, ciego ante la realidad. En este último instante llegará el tour de force final donde los enanos vienen corriendo montados sobre los animales mientras la bruja intenta escapar procurando asesinarlos sin importar las consecuencias. [...]
“Blancanieves y los siete enanitos” se convirtió en todo un acontecimiento y un título de referencia. El estandarte de la animación, el ejemplo a seguir a pesar de lo que las malas lenguas decían previamente al estreno que aquello tendría un fatídico desenlace y un estrepitoso fracaso en taquilla precisamente por ser una película de animación, algo que no mantendría ni el interés y ni la atención del público. Pero nadie contaba con el potencial del producto ni las posibilidades que encerraba Disney entre su equipo de animadores y las ideas que tenían todos ellos en conjunto. Visualmente era el resultado de un ejercicio de estilo impecable, desde las primeras escenas, donde la cámara multiplano le da al lugar una profundidad pocas veces vista anteriormente, siendo “El viejo molino” un anticipo de lo que llegaríamos a contemplar. [...] El contraste antes citado entre la luz y la oscuridad es plausible (la escena de la reina descendiendo a su laboratorio o ya reconvertida en bruja atravesando las catacumbas o incluso la ciénaga entre neblinas para dar paso a la luminosidad del interior de la casa con colores vivos son ejemplos prácticos de un trabajo bien realizado). [...] Sin paliativos, estamos ante una obra de arte atemporal y una obra maestra sin posibilidad de equivocación.
Crítica completa: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/05/06/critica-blancanieves-y-los-siete-enanitos-varios-directores-1937-el-prestigio-animado/