Dieciséis años han pasado desde el último largometraje dirigido por la actriz Jodie Foster, el drama A Casa por Vacaciones. Ahora vuelve a ponerse tras las cámaras con El Castor, al igual que sus anteriores propuestas como directora, una película perteneciente al género dramático. El Castor ha contado además con el morbo de ser la primera película protagonizada por Mel Gibson tras la polémica del pasado 2010, cuando se le acusó de agredir verbalmente y físicamente a su ex-novia, tal vez por esto la película ha pasado desapercibida por las pantallas de medio mundo, puesto que la popularidad de Gibson se encuentra bajo mínimos y la gente parece que no quiere verle en la pantalla grande.

Walter Black (Gibson) es el presidente de una compañía dedicada al mundo del juguete que sufre una depresión, haciendo que padezca problemas con su matrimonio (Foster también de actriz) y sus hijos (Anton Yelchin y Riley Thomas Stewart). La cosa cambia el día que encuentra la marioneta de un castor, que al ponerse se apodera de su personalidad y habla en su lugar (más debido a sus problemas psicológicos que porque realmente el castor tenga personalidad propia). A partir de entonces Walter empieza de cero y recupera su vida, teniendo éxito en el trabajo y reconquistando a su familia, aunque su mujer se acaba por cansar de tener que tratar con su marido mediante una marioneta.

Modesta película que si no es por la presencia de un reparto con actores tan consagrados podría pasar por una TV Movie, de calidad, eso sí. El Castor pertenece a esa clase de películas estilo American Beauty que sirven para presentarnos la vida de una conflictiva familia americana de clase media/alta, combinando el drama con algunos toques de humor, donde lo que más destaca es la caracterización de cada uno de los personajes, pues la película de Foster se toma todo el tiempo del mundo para retratar cada uno de ellos, a lo que ayuda la labor de los actores, desde los más veteranos Gibson (carismático como siempre) y Foster, a los jóvenes Anton Yelchin y la nominada al Oscar y consagrada Jennifer Lawrence (como la chica de quien el hijo de Black se enamora). A todos ellos sumarle la presencia del personaje inanimado del castor, que al igual que el personaje de Wilson en Náufrago muestra tener vida propia debido a la genial interpretación de quien le mete la mano en el culo.

Una película plagada de buenas intenciones que solo pretende hacer pasar un rato agradable. Debería servir para reivindicar la figura de Mel Gibson como actor, más allá de que en su vida privada haya demostrado estar tan enfermo como el personaje que encarna tan bien en este largometraje.