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Voto de Seldon:
5
7,2
38.457
Ciencia ficción. Drama. Thriller
Sátira sobre la 'telebasura', los reality shows, el abuso tecnológico, nuestra insaciable sed de distracción y la deshumanización de la sociedad hacia la que nos dirigimos. Segundo de los episodios independientes y autoconclusivos (con diferentes tramas y reparto) "Black Mirror" creada por Charlie Booker, antiguo crítico televisivo de "The Guardian" y artífice de "Dead Set" (2008). "Black Mirror" es una aclamada miniserie sobre las ... [+]
11 de abril de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Black Mirror es una serie británica de ciencia ficción, y aunque efectivamente se le nota lo segundo (lo de británica, por la ambientación, el estilo y la manera en que está rodada) no parece ni lo primero ni lo último.
No parece una serie porque en realidad no lo es. Está formada por dos temporadas de tres episodios cada una, pero los episodios son completamente independientes, no comparten ni argumento, ni personajes, tienen un todo distinto cada uno, y ni siquiera se desarrollan en un “universo” común. Realmente son como pequeñas (de unos 45 minutos de duración) películas para TV independientes entre sí.
Y no parece ciencia ficción porque aquí no hay naves espaciales, ni robots, ni viajes en el tiempo,... y sin embargo, es ciencia ficción. En general los episodios ocurren en un futuro muy cercano (te da la sensación de que los avances tecnológicos que se muestran en pantalla podrían estar disponibles a la vuelta de la esquina) e incluso algunos podrían ocurrir en el presente. Porque la CF es un género fundamentalmente de ideas, de preguntarse “¿Que pasaría si....?¿Cómo sería el mundo?¿Cómo viviríamos?
Y esto es lo que hace la serie. Realmente lo más interesante de cada episodio no es la historia que cuenta en si, sino el debate que abre o puede abrir. Porque lo que tienen en común todos los episodios es nuestra relación, un poco (o más bien bastante) enfermiza con la tecnología, con los medios de comunicación, con las redes, etc. y como por una parte somos totalmente dependientes de ellos y por otra los efectos perniciosos que pueden llegar a tener según como las usemos.
No voy a meter demasiados spoilers ni a revelar el final del episodio, pero si quiero contar de que va cada uno, revelando el planteamiento inicial de su argumento, así que avisados quedáis....
Si te intersa, puedes consultar: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2013/04/black-mirror-cf-de-la-buena.html
No parece una serie porque en realidad no lo es. Está formada por dos temporadas de tres episodios cada una, pero los episodios son completamente independientes, no comparten ni argumento, ni personajes, tienen un todo distinto cada uno, y ni siquiera se desarrollan en un “universo” común. Realmente son como pequeñas (de unos 45 minutos de duración) películas para TV independientes entre sí.
Y no parece ciencia ficción porque aquí no hay naves espaciales, ni robots, ni viajes en el tiempo,... y sin embargo, es ciencia ficción. En general los episodios ocurren en un futuro muy cercano (te da la sensación de que los avances tecnológicos que se muestran en pantalla podrían estar disponibles a la vuelta de la esquina) e incluso algunos podrían ocurrir en el presente. Porque la CF es un género fundamentalmente de ideas, de preguntarse “¿Que pasaría si....?¿Cómo sería el mundo?¿Cómo viviríamos?
Y esto es lo que hace la serie. Realmente lo más interesante de cada episodio no es la historia que cuenta en si, sino el debate que abre o puede abrir. Porque lo que tienen en común todos los episodios es nuestra relación, un poco (o más bien bastante) enfermiza con la tecnología, con los medios de comunicación, con las redes, etc. y como por una parte somos totalmente dependientes de ellos y por otra los efectos perniciosos que pueden llegar a tener según como las usemos.
No voy a meter demasiados spoilers ni a revelar el final del episodio, pero si quiero contar de que va cada uno, revelando el planteamiento inicial de su argumento, así que avisados quedáis....
Si te intersa, puedes consultar: http://el-pobre-cito-hablador.blogspot.com/2013/04/black-mirror-cf-de-la-buena.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Este segundo episodio (15 millones de meritos) es para mi gusto el más flojito de todos. Probablemente porque es el más típico, y quizás el más alejado del presente, de la actualidad. Es la típica distopía futurista, en la que vemos una sociedad de borregos completamente subyugada por los concursos de talentos televisados de del estilo de Factor X, American Idol y demás, en los que se somete a los concursantes al escrutinio y al escarnio del público voluble, que puede pasar de entronizarlos como ídolos al escarnio más absoluto, ayudados por el típico trío de jueces un poco cabroncetes.
Además, los concursantes son conejillos de indias, como hormiagas en un terrario o ratones en una jaula, encerrados en una especie de comunidad a lo Gran Hermano, en la que viven. Obtienen puntos (los famosos “méritos” a los que hace referencia el título) pedaleando día tras día en unas bicicletas estáticas (un detalle un poco absurdo para mi gusto: se lo podrían haber currado un poco más los guionistas), y gastan estos mismos puntos en pagar sus necesidades (como la comida que comen) o sus pequeños caprichos dentro de su jaula de cristal (los juegos que juegan, la música que escuchan, o incluso el porno que ven). Cuando uno de estos concursantes tiene “ahorrados” bastantes de estos méritos, puede pagar con ellos para costearse el ir al concurso de talentos, a cantar, a bailar, o a hacer un número de magia: lo que sepan hacer. Pero lo más retorcido es que ellos mismos, mientras son ratones en la jaula esperando saltar a la fama, son también parte del público del concurso, de los que, llegado el caso, juzgan y humillan a aquellos de sus congéneres que intentan pegar el salto.
Además, los concursantes son conejillos de indias, como hormiagas en un terrario o ratones en una jaula, encerrados en una especie de comunidad a lo Gran Hermano, en la que viven. Obtienen puntos (los famosos “méritos” a los que hace referencia el título) pedaleando día tras día en unas bicicletas estáticas (un detalle un poco absurdo para mi gusto: se lo podrían haber currado un poco más los guionistas), y gastan estos mismos puntos en pagar sus necesidades (como la comida que comen) o sus pequeños caprichos dentro de su jaula de cristal (los juegos que juegan, la música que escuchan, o incluso el porno que ven). Cuando uno de estos concursantes tiene “ahorrados” bastantes de estos méritos, puede pagar con ellos para costearse el ir al concurso de talentos, a cantar, a bailar, o a hacer un número de magia: lo que sepan hacer. Pero lo más retorcido es que ellos mismos, mientras son ratones en la jaula esperando saltar a la fama, son también parte del público del concurso, de los que, llegado el caso, juzgan y humillan a aquellos de sus congéneres que intentan pegar el salto.