Se trata de un resultón homenaje a Allen de una inspiradísima Delpy.
Se agradece el esfuerzo y creatividad, y cómo es capaz de ingeniárselas para sacar adelante este proyecto, que por cierto ha resultado muy rentable, garantizándonos futuros trabajo dirigidos, escritos, cantados y compuestos por Delpy. Amo a Delpy, y esta película es Delpy, básicamente.

También es París. Pero no el París glamuroso y sofisticado, sino otro más llano y cachondo. Y es que esta peli tiene muchos momentos cómicos. De hecho desborda momentos cómicos (algunos realmente buenos).

En su homenaje a Allen, Goldberg cumple a la perfección, pese a que su personaje en ocasiones roza el histrionismo.

La presencia de los padres de Delpy (que también son actores profesionales) es todo un acierto en esta ocasión, pese a que me suele disgustar el nepotismo cinematográfico. Al igual que Allen, Delpy es capaz de diseñar unos personajes secundarios divertidos y complejos. Ellos se llevan gran parte de los mejores momentos cómicos de la película.

Como punto negativo, tal vez haya un toque de cursilería pedante en algunos momentos, y ciertamente puede ser acusada de caer en tópicos algo manidos.

Pero es parte de su encanto. Ligera, divertida y prometedora.