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Voto de Zinephagus:
4
Comedia. Drama El viejo Giacinto vive en los arrabales de una gran ciudad italiana con su esposa, hijos, nueras y nietos. En total casi veinte personas en la misma chabola. Casi todos los miembros de la familia son extremadamente egoístas, y sólo quieren el dinero que guarda afanosamente el padre de familia, un hombre huraño y tan miserable como los demás. Todos tratan de ganarse la vida, aunque algunos necesitan parte del dinero del padre para subsistir. (FILMAFFINITY) [+]
20 de febrero de 2015
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia esperpéntica de trazo más grosero que grueso. Un producto muy de su tiempo en el que Ettore Scola, como en un momento su indescriptible protagonista, vomita sobre nuestras cabezas un verdadero torrente de jugos atrabiliarios. En la coctelera, ponzoña, exceso, ánimo provocador y un evidente discurso, sobre cuya sinceridad y sentido caben interpretaciones dispares: puede que no muy halagüeñas para el máximo responsable del producto. El asunto, en apariencia, las condiciones de vida y el encanallamiento forzoso de un cierto subproletariado marginal que sobrevive, como ratas y entre ratas, en conglomerados de chabolas.

El neorrealismo italiano de los años cuarenta y cincuenta se especializó en poner su mirada sobre la vida perra, las esperanzas mil veces frustradas, el coraje o la renuncia de los eternos desheredados. A veces con efluvios vaticanos y otras con generosas dosis de doctrina afín al entonces poderoso PCI. Incluso, por la frecuente confluencia de guionistas de las dos orientaciones dentro del equipo de la misma película, mezclados ambos ramalazos dentro de una misma narración. "Brutti, sporchi e cattivi" derrama cal viva sobre los rescoldos del neorrealismo que aún pudiera conservar el cine italiano y retrata la pobreza extrema con no menos extrema ferocidad. Por supuesto manda a paseo ese cierto equilibrio entre el humanismo (de ley o de sacristía) y la moralina de raíz marxista. Para derivar a una especie de asunción de una cierta letra buñueliana, ya que el espíritu y el talento del aragonés quedan muy lejos del más optimista de los alcances que le pudiéramos atribuir al talento de Scola, desde la perspectiva que sobre él nos da el conocimiento de su carrera completa.

¿Divertida? No mucho, si tienes las antenas del sentido del humor orientadas en otra dirección distinta de la misantropía más destroyer y la regurgitación de amarguras propias y ajenas. Ciertamente hay unos cuantos chistes que funcionan y la película entretiene casi tanto como repugna. Así que no se niega la habilidad al director. Nino Manfredi se divierte lo suyo, bailando con todo el oficio del mundo sobre esta cumbre de sordidez. Que acaba revelándose como un gran festival de la autocomplacencia de Scola y de su coguionista, Ruggero Maccari. Encantados de ser tan corrosivos, tan diabólicos, tan transgresores y tan guarros. Encantados de haberse conocido a sí mismos.
Zinephagus
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