Como he dicho en el título de mi crítica, desde que empecé a verla en 2013, se ha convertido en mi serie favorita, ya que la intrahistoria de los personajes junto con la trama me parecen igualmente realistas y coherentes.

Una serie en la que los traumas de los personajes evolucionan y hacen mella en su personalidad que, unida, a las admirables interpretaciones de Liev Schreiber y Jon Voight (quienes hacen rozar el "infarto" para el espectador cuando comparten escena) hace que su relación se deteriore hasta últimas consecuencias.

Todas las temporadas mantienen en vilo al espectador hasta sus últimos capítulos, salvo, y en mi opinión, la quinta y sexta que se hacen un poco más densas comparándolas con la segunda y tercera (para mi estas dos son las mejores, sin duda).

En resumen, una serie que, una vez que empiezas a verla, quedas cautivado por el carisma de sus personajes y por la trama, que capítulo a capítulo se va complicando más y más, hasta llegar a un desenlace que no te dejará indiferente.