Aunque en su día pasó completamente desapercibido, este documental consiguió que se reabriera un caso de asesinato acaecido en los setenta y que al final su principal acusado, condenado a cadena perpetua, saliera de la cárcel.

Se trata de un docudrama narrado por sus principales protagonistas, con varias secuencias dramáticas recreadas en estudio, lo que impidió que no fuera nominado al Oscar por no respetar las reglas escritas del documental que no permiten incluir escenas grabadas por actores, que cuenta la historia del asesinato de un policía a finales de 1976 presuntamente a manos de un joven de 28 años.

El acusado conducía un coche robado e iba acompañado por un chaval de 16 años cuando la policía les dio el alto por un asunto menor, no llevaban encendidas las luces. En el momento en el que el oficial se acerca al vehículo es tiroteado a quemarropa por uno de sus ocupantes. Las heridas son mortales de necesidad y el policía fallece poco después.

Al cabo de un tiempo la policía detiene al supuesto asesino gracias a la colaboración de una pareja testigo del crimen. Sin embargo, posteriormente descubrimos que ambos fueron sobornados por las autoridades para que declararan contra el principal sospechoso. De esta manera, la policía conseguía cerrar el caso y obtener un veredicto de culpabilidad en un caso tan grave como el asesinato de un policía.

El director, conmovido por la declaración del principal acusado al que finalmente condenaron a cadena perpetua conmutándole la pena de muerte para que las autoridades no tuvieran que reabrir el caso, llevó a cabo una profunda investigación para esclarecer los hechos que terminó demostrando la inocencia del acusado y la corrupción judicial en Dallas.

La narración es amena y dinámica y cuenta con la banda sonora de Philip Glass.