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Estados Unidos Estados Unidos · Nueva York
Voto de Harold Angel:
7
Drama En Baltimore, durante el invierno de 1959, cinco veinteañeros pasan su tiempo en Diner. Allí, se refugian en los buenos momentos que han pasado juntos, tratando de eludir complicadas relaciones sentimentales, problemas de juego y matrimonios difíciles que la madurez les exige afrontar. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diner es una obra de culto con la que el guionista Barry Levinson debutaba en el 82 como director. Su guión recibió una nominación al Oscar y a partir de entonces su carrera como director fue meteórica durante esa década. Aquí nos cuenta los avatares de un grupo de amigos veinteañeros cuyas vidas están a punto de cambiar para siempre. Están en un momento crítico a partir del cual ya nada será como antes.

Es sobre todo una película sobre la amistad y de cómo ya nada será igual cuando empiecen a casarse, otros a ir a la universidad o a trabajar. Son varias historias de unos personajes sólidos y creíbles que conmueven al espectador que se va dejando arrastrar por los derroteros que toman sus vidas. Al principio tarda un poco en arrancar pero enseguida simpatizamos con unos tipos maravillosamente encarnados por sus distinguidos actores, casi todos ellos a punto de convertirse en estrellas y de los que sobre todo destaca el gran Mickey Rourke años antes de tirar su carrera por el retrete. La película también supuso el debut de Ellen Barkin.

Por su argumento dicen que Diner es un cruce entre Rebelde sin causa y American Graffiti. A mi personalmente me ha gustado más Diner, estrenada en una época en la que se recordaba con añoranza los felices años cincuenta. El final de aquella década supuso muchos cambios para la sociedad estadounidense y los personajes al igual que el país están a punto de cambiar para siempre. Las inquietudes de los jóvenes de entonces son similares a las de los ochenta que se sintieron identificados con los personajes de la historia. Todo ello regado por temazos de los años cincuenta que suenan sin cesar a lo largo del film cuando los protagonistas se reúnen en su local favorito, el Diner, para hablar de lo que se tercie, fútbol, música, chicas, etcétera.

Lo que más pena me da es que la juventud actual es tan poco estimulante que no podría hacerse una película sobre sus preocupaciones e inquietudes. La última propuesta interesante en ese sentido fue la de El club de los cinco.
Harold Angel
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