Dejando a un lado sus inexactitudes históricas, tampoco hay que ser quisquilloso, El reino de los cielos en general me sabe a poco. Lo tiene todo para ser un gran film épico a la antigua usanza y sin embargo no termina de conmover. En mi opinión fallan dos cosas. La forzada historia de amor metida con calzador en la trama y un exceso de celo en no ofender a nadie con un argumento que podía levantar ampollas en el momento de su estreno. De hecho fueron varias las asociaciones islámicas que cuestionaron lo oportuno del estreno del film en plena guerra de Irak y Afganistán pensando que se trataba de una provocación revanchista. Pero todo lo contrario el guión adolece de rigor histórico y es tan políticamente correcto que cuesta creer que dos civilizaciones tan dispares como la cristiana y la musulmana se llevaran tan mal. Sus dirigentes son tan nobles, íntegros y honestos que no se entiende que estén en guerra. Hay también personajes radicales y belicosos en ambos bandos y de hecho los que están retratados como más salvajes son los cristianos.

Otro punto cuestionable de la película es la elección de Orlando Bloom para el personaje principal, le veo demasiado blando y falto de empaque con pinta de poeta homosexual arruinado. Jeremy Irons y Liam Neeson están muy desaprovechados, se han convertido en secundarios de lujo con breves papeles en superproducciones de gran calibre especialmente Neeson. Edward Norton como encarna a un rey enfermo de lepra desfigurado se pasa toda la película cubierto con una máscara así que como si no estuviera. Y en cuanto a Eva Green decir que está muy guapa pero la encuentro algo inexpresiva y sosa.

Técnicamente al tratarse de una producción considerable con un presupuesto estimado de 130 millones de dólares, la película resulta impecable. Y solamente la batalla final por Jerusalén ya es motivo de sobra para que el film merezca la pena. Sus dos horas y cuarto pasan en un suspiro gracias a la hábil dirección de Ridley Scott acostumbrado a manejarse con soltura en proyectos de esta envergadura.