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España España · A Coruña
Voto de Dali:
9
Fantástico Hollywood, años veinte. Tras una desafortunada caída, un especialista en secuencias de acción es ingresado en un hospital. Allí conoce a Alexandria, una niña con un brazo roto a la que hace una promesa: si ella le consigue morfina, él le contará una historia maravillosa. El relato se extiende a todos los rincones del mundo. Remake de la película búlgara "Yo Ho Ho" (1981) de Zako Heskija. (FILMAFFINITY)
19 de octubre de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más empezar "The Fall", presenciamos una sucesión de planos en blanco y negro que nos remiten a Welles, a Bergman, a Dreyer, mientras se escucha la séptima sinfonía de Beethoven. Es entonces cuando uno se da cuenta de que esta no va a ser una película normal. Y no, no lo es, en el buen sentido.

Sin llegar a alcanzar la perfección, es un producto excepcional, dedicado a quienes, con mayor o menor motivo, se han dado por vencidos y en la actualidad piensan que en pleno siglo XXI ya no quedan directores vivos que puedan hacer nada que merezca la pena. A todos ellos les recomiendo que vean esta obra de arte y se reconcilien con el Cine.

¿Por qué? ¿Qué tiene de especial? En el fondo, no puede ser nada nuevo. Y, en efecto, no lo es, pues hoy en día ya está todo inventado. De hecho, no sólo reconoce con orgullo ser un remake de una cinta búlgara del año 1981, si no que lo que aquí nos muestra el autor de videoclips hoy ya clásicos, como el archi-conocido "Losing My Religion" de R.E.M., ya lo habían explorado poco antes otros realizadores contemporáneos a él mismo; Terry Gilliam intentó hacer algo similar con su fallida "Tideland", mientras que Guillermo del Toro rozó la perfección con "El Laberinto del Fauno". Incluso el "Camino" de Javier Fesser se alimenta de pastos semejantes. Pero, cuando se piensa en que en esta obra no se ha utilizado el ordenador para recrear nada de su prolífica y compleja imaginería visual durante los cuatro años que duró su producción, entra el vértigo.

La historia es tan simple como hermosa, y las emociones saltan a flor de piel con los diferentes registros interpretativos conseguidos por la pequeña Catinca Untarum, en el papel de una niña obligada por las circunstancias a madurar demasiado deprisa pero que sigue siendo eso, una niña, gracias a cuya inocencia puede volver la ilusión por vivir, para así comenzar la ascensión que debe seguir a toda caída. Porque continuar cayendo hasta el fondo es fácil. Lo difícil es levantarse.

Y ese color, esa fotografía, esos encuadres geométricamente perfectos, esa forma tan natural de narrar dos historias paralelas, ambientadas en dos mundos tan diferentes y, a la vez, tan parecidos que, lejos de acabar por convertirse uno en una excusa para el otro, hacen al espectador sentir que van evolucionando sobre la marcha y enriqueciéndose mutuamente... Es evidente que Tarsem ama el cine, que ha madurado mucho desde "La Celda", y que hay que quitarse el sombrero ante el hito que sin ninguna duda ha conseguido.
Dali
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