Wrath of man (2021), también conocida como Despierta la furia en España y Justicia implacable en Argentina, es la nueva película de acción de Guy Ritchie, en la que un misterioso hombre se apunta en una empresa de transporte de caudales. Con Jason Statham y Scott Eastwood.

Por Nicolás Bianchi

Guy Ritchie presenta una nueva película de acción, dinámica y en algún punto eficaz, pero sin ninguna novedad, no solo porque se trata de una remake de un film francés de 2004 (Le convoyeur), sino porque en ella se advierten retazos de muchas otras historias tantas veces contadas. El director de Lock & Stock y Snatch, sin embargo, sabe tratar en la pantalla con bandas de criminales, asaltos, tiros y algún que otro giro, ya no sorprendente después de tanto tiempo, pero sí eficaz.

La película comienza con un robo a un camión de caudales filmado desde adentro del vehículo, lo que deja varios puntos de lo sucedido en la oscuridad. La conversación trivial entre el chofer y el otro empleado de la compañía de transporte de caudales que lo acompaña es interrumpida por un grupo de ladrones con armas largas, de guerra, que los asalta. Por algún motivo que no es develado todo se complica, comienzan los tiros y los dos resultan muertos.

Un tiempo después, el misterioso H (Jason Statham) se apunta en la empresa de transporte de caudales que sufrió el asalto. El papel del calvo y fornido actor es el mismo de siempre. Un hombre recio, frío y lacónico, de gesto adusto y pocas palabras. H tiene su propia agenda y no es, evidentemente, el ex empleado de una compañía europea de seguridad como dice ser. Para sorpresa de su compañero Sweat Boy (Josh Hartnett) y su jefe Bullet (Holt McCallany), resuelve él solo el asalto de una banda de seis integrantes contra uno de los camiones. La H pasa a ser de héroe, y así lo empiezan a llamar sus compañeros.

Sin más spoilers que los que había en el tráiler oficial de la película se puede decir que lo que busca H es venganza. La película presenta saltos en el tiempo y muchos flashbacks que van a ir dándole sentido a las primeras secuencias que pueden desconcertar un poco, nada más, al espectador. Ritchie nuevamente utiliza el giro de volver una y otra vez a la misma escena, la del robo del comienzo, desde distintos puntos de vista para completar las piezas faltantes.

No es del todo logrado el trabajo de la película con la gran cantidad de personajes secundarios. Son, en el mejor de los casos, personajes tipo. O sea, se definen por un solo rasgo. Jan (Scott Eastwood) es el más violento y desequilibrado de una banda de ladrones integrada por ex soldados que pelearon en Afganistán, el mencionado Sweat Boy es el guardia cobarde y King (Andy García) es un hombre oscuro con poder, de esos que no queda claro de qué lado están. Hay otros tantos que ni siquiera cuentan con una mínima característica que los diferencie por lo que no logran generar ningún tipo de interés.

Wrath of man cuenta con una banda de sonido que suena prácticamente durante todo el tiempo como si estuviera puesta en loop y, más allá de un tema remixado de Johnny Cash, se trata de música instrumental plagada de cuerdas y sonidos graves que dan una idea de suspenso. Luce diseñada para escucharse con los sistemas de audio digital de los cines de cadena y envuelve a todo el film.

Un hombre que tiene grandes habilidades militares busca venganza. No es original, no hay nada nuevo aquí y hasta algunos diálogos recargados de testosterona pueden lucir algo vetustos, pero Ritchie conserva su habilidad para filmar, y entretener, con personajes sencillos que, con mucho dinero mediante, se despanzurran a tiros.