No sé si tuvo algo que ver que fuera a verla una noche de viernes lluvioso a un cine viejo y desierto (en la sala sólo estábamos mi padre y yo) con un sonido tan malo que apenas entendíamos lo que decían, pero desde el minuto 20 aproximadamente lo único que quería era largarme de aquella sala. La única conclusión interesante a la que nos hizo llegar Sodebergh fue, según mi padre, que Batista era capaz de localizar a los guerrilleros en cualquier punto de la selva gracias a la columna de humo que formaban los puros que fumaban sin descanso y se alzaba más allá de la maleza...
No, no digo que esté mal rodada, ni mal construida. Tiene planos bonitos, una imitación del Ché demasiado corta y otra de Fidel casi caricaturesca, la cinta en general sostiene un tono falsamente tibio, y de tanta templanza, de tanto esforzarse por ser imparcial, histórica y meramente documental, termina siendo aburridísima. Un tostón.