El argumento no podía ser más sencillo: dos mujeres, suegra y nuera, madura y joven respectivamente, para subsistir en la era de las guerras feudales japonesas, se dedican a asaltar a los soldados vagabundos y heridos que tienen la desgracia de toparse con ellas, y así robarles sus escasas posesiones para venderlas a un prestamista. Un día, un antiguo compañero del hijo de la mujer mayor y esposo de la joven, regresa de la batalla con la mala noticia del fallecimiento de su amigo. El hombre se queda por el lugar ayudando a las mujeres a asesinar a los samurais errantes, entre otras razones, para seducir a la muchacha, cosa que termina consiguiendo. Esto llena de furia y de celos a la suegra de ésta, y empieza a planear alguna forma de impedirlo. Una noche, un ronin enmascarado le pregunta el camino para llegar a la ciudad, pero la mujer le engaña conduciéndole hacia una trampa donde ella y su nuera arrojaban los cadáveres de aquellos a los que robaban. Cuando comprueba que efectivamente el ronin está muerto, le quita su máscara y con ella finge ser un fantasma para asustar a la viuda de su hijo asesinado, con el fin de que no se encuentre con el antiguo compañero de éste (señalar que la actriz se espanta de maravilla, tanto que realmente parece haber visto un fantasma en el campo). Sin embargo, la mujer descubre con horror que es incapaz de sacarse la máscara, y cuando por fin lo logra con la ayuda de su nuera, queda completamente desfigurada.

Me gustaría resaltar dos momentazos dentro de esta gran cinta, y uno es el de los samurais andando entre los matorrales, una escena increiblemente visual; y otra, la del desnudo integral de los dos amantes corriendo bajo la luz de la luna, que, por desgracia, fueron censurados con el fastidioso "punto negro redondo", que le da un toque de humor que no le pega al conjunto. Pero en fin, así es la vida.