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España España · Lugo de Llanera
Voto de davidgvidal:
6
Comedia. Drama Arturo (Guillermo Francella) es un galerista encantador e inescrupuloso. Renzo (Luis Brandoni) es un pintor hosco y en decadencia. Si bien los une una vieja amistad, no coinciden en (casi) nada. El galerista intenta por todos los medios reflotar la carrera artística de su amigo, pero las cosas van de mal en peor. Hasta que una idea loca y extrema aparece como una posible solución. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2018
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Crítica originalmente escrita por mí en https://destinoorphanikiv.wordpress.com/2018/12/05/mi-obra-maestra/

“Para ser un artista de éxito es necesario ser ambicioso y egoísta. El que hace arte porque no sabe hacer otra cosa tiene una especie de discapacidad.”, decía en uno de sus extremadamente sinceros diálogos el personaje interpretado por Luis Brandoni, el pintor en decadencia Renzo Nervi. Y es que tal y como ocurría en películas anteriores del director, Gastón Duprat, el arte es vista como una industria cruel y mercantilista en la que las cualidades que hacen notoria a cierta obra artística sólo es mostrado para conseguir vender el cuadro de turno al mejor postor. Eso provoca que Renzo y todos los artistas, en cierto modo, compitan agresivamente por su sustento, pero Renzo, ya sea por la industria como por su propia misantropía, es una caricatura de lo que fue décadas atrás. Confinado a una ruinosa casa de la que no puede pagar el alquiler, transita trastornado su vida clamando al viento su grandeza pero sin vender una sola obra, sin avanzar a la vez que el tiempo. Su único contacto y apoyo es su marchante de arte, Arturo (Guillermo Francella), que le brinda su amistad aparentemente casi de forma unilateral debido a los trastornos elitistas.

Uno de los grandes problemas de Mi Obra Maestra es que no parece tener un rumbo claro o temática definida. Ahonda en su crítica a sistema de comercio del arte y a su movimiento de carácter pecunario, pero es dispersa durante la obra y poco sutil. En cierto momento de la película, también toca el concepto de la eutanasia con una aproximación interesante al querer darse debido a autoconscientes limitaciones mentales y vitales, y no tanto debido a limitaciones físicas, como en Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004) o Mar Adentro (Alejandro Amenábar, 2004). Sin embargo, la película no se la llega a tomar en serio y prácticamente se convierte en parte del humor negro presente en la obra.

El punto que podríamos catalogar como céntrico en la película es la relación de amistad entre los dos protagonistas. Con grandes interpretaciones de los dos actores, la química existente y las realistas interacciones entre ellos dotan de una inusitada vida a la película. Son dos personajes con una caracterización amena y marcada, con un desarrollo decente durante la obra. Chirría sin embargo la incuestionable amistad de Arturo por Renzo, dado que no tenemos contexto tangible de esa amistad que dura décadas. Aún así, es mejor que recurrir a múltiples y convenientes saltos en el tiempo, que hubieran alterado el notable ritmo y dinámica de la película. Es posible que el personaje de relevancia más flojo sea el encarnado por Raúl Arévalo, que parece una caricatura de un niño bien que busca lavar su autoimpuesta culpa primermundista mediante un tour de pobreza por las américas. Llama la atención su incorruptible unidimensionalidad al ser una persona buena por el simple hecho de ser buena, un personaje cuya mera existencia fuerza la trama a avanzar a su final, pero su personaje como tal no llega a ser desarrollado en ningún momento.

Mi Obra Maestra es una obra inconsistente. No tiene un rumbo fijo, por lo que trata varios temas, además de su propia sátira, con superficialidad y su final carece realmente de consecuencias, pero explora mejor la amistad, sus límites y el vínculo que puede unir a dos personas. Su ocasional comedia negra está bien colocada y elegida, aunque a veces resta fuerza a posibles momentos dramáticos. Irregular en cuanto a estructura, bien en cuanto a ideas y actuaciones y correcta en ejecución, salvo la mencionada superficialidad y algún giro de trama previsible. Estamos ante una obra que pone su foco en los personajes y cómo interactúan más que en la propia sátira que podría haber pulido y ocupado el eje central, pero sin duda el resultado es entretenido y disfrutable.
davidgvidal
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