Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Lluís:
8
Intriga. Drama. Thriller Adaptación de un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de Thomas (David Hemmings), un fotógrafo de moda que, tras realizar unas tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser algo tan turbador como inesperado. (FILMAFFINITY)
8 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy en día, focalizar nuestra vista en un punto concreto de una fotografía, deslizar nuestros dedos y agrandar el tamaño a nuestro antojo, está al alcance de cualquiera. Si alguien se puede anotar un tanto como visionario sobre este sistema es Steven Spielberg al adaptar la novela homónima de Philip K. Dick Minority Report en 2002. El protagonista del film del que hoy tratamos, de Michelangelo Antonioni (1912-2007), director italiano del cual destaca, entre su extensa filmografía, la trilogía de la incomunicación (La aventura, 1960, La noche, 1961 y El eclipse, 1962), es un joven que se vale un mecanismo mucho más rudimentario a la hora de acceder a toda la información que contiene una imagen por el mismo tomada.

Es necesario pararnos aquí porque este es el tema principal sobre el que gira esta extraña, atípica y anómala película ganadora de la palma de oro en el Festival de Cannes de 1966. No podía ser para menos tratándose de una adaptación de un relato del escritor argentino Julio Cortázar, asiduo a inmiscuirse en terrenos en los que, lejos de los universos ideados por García Márquez o Juan Rulfo, sigue aunando en un mismo espacio un seguido de realidades adversas e incompatibles fusionarse generando un desconcierto existencial en sus propios protagonistas.

La película se abre con un seguido de planos donde vemos a nuestro fotógrafo salir de los espacios en los que se camufla, siendo un intruso, para realizar un seguido de trabajos. Sin embargo, parece que donde más éxito tiene es en el mundo de la moda. En un ámbito en el que actúa como un Dios, sosteniendo con fuerza su cámara, ordena y manda sobre el culto al cuerpo, poseyendo su esencia física, capturando su imagen, siendo dueño y señor de lo que capta su objetivo. Materializado desde la sexualidad casi violenta, la frialdad y la severidad, el joven fotógrafo se mueve por una sociedad alienada expuesta en situaciones como la del concierto, en el que la juventud vive con aburrimiento un concierto de rock, en una escena al más puro estilo Aki Kaurismaki, con un final efectista en el que el tumulto se tira a alcanzar el fragmento de una guitarra rota por uno de los músicos, evidenciando el culto al objeto del famoso, sin sentir ningún estimulo por su actividad artística.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lluís
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow