Seguro que muchos de los espectadores que han presenciado ‘Siempre Alice’ han tenido algún recuerdo hacia personas queridas o conocidas que han podido padecer algo parecido a lo de nuestra protagonista. Algo inevitable que nos acompañara a través de un duro y emotivo visionado en el que veremos a una Julianne Moore sencillamente espectacular que va camino de su primer Oscar en su quinta nominación.

Richard Glatzer y Wash Westmoreland –matrimonio en la vida real– a quiénes descubrimos tras ‘Quinceañera’ (película a concurso en el festival de Gijón de 2006) y la reciente ‘La última aventura de Robin Hood’, codirigen y coescriben este drama con la enfermedad del Alzheimer como epicentro. ‘Siempre Alice’, basada en la novela del mismo nombre escrita por Lisa Genova, revela el terror que experimenta una persona en plenitud de facultades y de alto nivel intelectual, cuando comienza a tener los primeros síntomas causados por el Alzheimer. Una enfermedad que no te borra del planeta en tu forma corpórea, sino que tu vida y tus recuerdos son borrados con el paso de los días, olvidando por completo cualquier atisbo de lo que hemos sido o somos en el día de hoy. Un trauma severo para el enfermo en su etapa de asimilación y desarrollo, y para los más cercanos al contemplar como la nada se apodera de su mente.

‘Siempre Alice’ va a ser recordada por ser la película por la que por fin Julianne Moore consiguió el Oscar. Moore realiza un tour de force desde sus primeros minutos hasta el último de sus 101 minutos de duración, donde monopoliza las cámaras y las emociones, quizás en demasía. En ‘Siempre Alice’ la actriz norteamericana es Alice Howland, una afamada experta en lingüística y fonética. Su vida es exitosa, su marido es inteligente y atractivo y sus hijos tratan de hacerse un camino en la vida por diversas vías. Sin embargo esa exitosa vida se ve envuelta en drama. El drama de saberse enferma muy prematura de Alzheimer, y sabedora de que va a perder su futuro y su pasado en forma de recuerdo único y personal. La película presenta el trauma personal de la enfermedad, en primera persona, dejando apenas unas escenas para sus compañeros de reparto (Alec Baldwin y Kristen Stewart) y dejando ese daño colateral solamente esbozado en conversaciones madre-hija fundamentalmente. La película sacude rápido, tan veloz que tenemos que apoyarnos en el embarazo de una de sus hijas para ubicarnos en el momento temporal que nos encontramos, haciendo que el montaje no resulte de lo más apropiado. Lo que es cierto es que la película no recurre a la sensiblería facilona, llegando al corazón del espectador con enorme sensibilidad y grandes momentos. Glatzer y Westmoreland, esgrimen en el rostro de Moore y su expresión corporal toda la fragilidad que alguien fuerte y triunfador experimenta al caer en las redes de una cruda realidad muy alejada de sus deseos. Una involución que plasma de una manera potente y brillante.

El resto del reparto está más irregular. Dentro del poco brillo que le es otorgado en la historia, cabría destacar a la ex crepúsculo Kristen Stewart, una actriz que ha sabido evolucionar y adentrarse en productos más propios del cine independiente que de los potentes blockbusters, lo cual ya dejó patente en la arriesgada ‘On the road’ de Walter Salles o en la vista en Cannes ‘Clouds of Sils Maria’, curiosamente ambas de producción francesa. Alec Baldwin está completamente de relleno, y sólo luce palmito en un escenario más dramático de lo que el quizás puede aportar, completamente devorado por su compañera y mujer en la película, Julianne Moore. La película además deja una melodiosa y melancólica banda sonora a cargo de Ilan Eskheri, autor de la también excepcional banda sonora para ‘The invisible woman’ dirigida por Ralph Fiennes, un autor de estilo clásico que llamó la atención con su debut en ‘Stardust’. La banda sonora acompaña el drama de la protagonista, realzando esos momentos dramáticos tan potentes en los que deja de manifiesto su fragilidad ante los acontecimientos que se le vienen encima: La enorme tragedia de la nada.

Contemplar la interpretación de Julianne Moore sin lugar a dudas merece la pena a pesar del duro melodrama que experimenta con ella el espectador.

Lo mejor: Julianne Moore. La banda sonora de Ilan Eskheri.
Lo peor: Falta de recorrido de los personajes secundarios.

Valoración:
Banda sonora: 7,5
Fotografía: 5
Interpretaciones: 8
Guion: 5
Dirección: 6
Satisfacción: 6
NOTA FINAL: 6,25

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