Como analista cinematográfico uno debe de tratar de limitar sus sobrexcitaciones y poner barrera a las emociones. Es decir evitar que las líneas que llegan al lector las suscriba un fan en lugar de un crítico en su vertiente más analítica. Pocas veces, muy pocas me atrevería a decir, ambas texturas o lecturas confluyen como del mismo puño, orden y beneficio. Ocasiones que se deslizan de obras preeminentes que reaniman el espíritu de cualquier alma impía e incrédula de cine de grandes quilates.

Quizás Pixar sea una de esas congregaciones de grandes artistas y creativos de la animación que pueden equipararse a la época del renacimiento artístico en Florencia. Un grupo de ideólogos, diseñadores y transmisores de emociones que han elevado la animación a la altura de arte cinematográfico. Fruto del trabajo de gente como Brad Bird, John Lassetter, Andrew Stanton, Lee Unkrich o el propio Pete Docter hemos podido disfrutar de joyas imperecederas como ‘Toy Story’, ‘Monstruos S.A.’, ‘Ratatouille’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Wall-E’, , ‘Toy Story 3’, ‘Los increíbles’, ‘Up’ y ahora ‘Del revés (Inside out)’.

Uno de los aspectos determinantes en este tipo de films animados y en general a la hora de quedarnos perplejos ante las bondades de una u otra película radica en su creatividad. Creatividad desbordante, imaginación superlativa que trasmiten la totalidad de las películas antes mencionadas y en concreto la película que nos ocupa. ‘Del revés (Inside out)’ es colosal teniendo en cuanta la faceta que queramos analizar, sea la que sea: su ritmo, su narración, su creación conceptual, su emotividad, su diseño, guion o su eterno recuerdo en nuestras cabezas. Original y creativa a raudales. En cuanto al diseño y colorido es asombrosa y cuasi perfecta. La banda sonora de Michael Giacchino es mayúscula, emotiva e inolvidable. El guion realizado por Michael Arndt y basado en la propia historia de Pete Docter, desborda originalidad y contiene un discurso metafísico idóneo para los más mayores (film de cierta carga filosófica que será más disfrutables por niños de más de diez años). En definitiva un film que desborda libertad creativa, plena de ingenio e imaginación y que la erigen como una de las mayores joyas del cine de animación en toda su historia.

Contaba Pete Docter (‘Monstruos S.A.’ o ‘Up’) que la idea le sobrevino cuando su amada hija alcanzó cierta edad y empezó a comportarse de una manera muy diferente a como lo venía haciendo. Ella había alcanzado esa edad donde uno se comienza a preguntar cosas que hasta la fecha no tenía relevancia, en la que uno se envalentona por primera vez a la hora de enfrentarse a ciertas decisiones o juicios paternos. Esos primeros conflictos de una joven en edad previa a la pubertad para quien sus padres son más enemigos que aquellos seres que amaba y con los que disfrutaba a cada segundo, con quienes lo restante carecía de importancia. Ellos eran todo. De ahí surgió la idea de tratar de contar lo que podría suceder en la cabeza (o cuadro de mando) de alguien que alcanza esa edad, del conflicto emocional y las derivaciones físicas y sentimentales de todo ello. Y es que hacerse mayor puede ser un camino lleno de obstáculos. ‘Del revés’ cuenta como Riley debe dejar Minnesota (ciudad de origen de Docter) cuando su padre consigue un nuevo trabajo en San Francisco. Ella se deja guiar por sus emociones: Alegría, Miedo, Ira, Asco y Tristeza, e intentará adaptarse a su nueva vida en su nueva ciudad, pero sin embargo el caos y el desgobierno empiezan a gobernar sobre su vida y dominando sus emociones. Aunque Alegría, la emoción principal, intenta mantener una actitud positiva, las demás emociones chocan a la hora de decidir cómo actuar en una nueva ciudad, su nueva casa, su nuevo colegio. Conflictos que alteraran su vida y que son fiel reflejo de las situaciones que padecen nuestros hijos ante cambios producidos alrededor nuestro.

El film nos irá llevando paralelamente a través de la lucha emocional que se produce en la cabeza de la protagonista y la vida fuera de ella, en cómo según la emoción que gobierna afecta a su reacción en la vida diaria. Mágica y real como la vida misma. Genial comprobar la creación de las islas en las que se fortalece la personalidad, la creatividad de mostrar los pensamientos esenciales o pasajeros como bolas de colores, lo cual facilita la comprensión de los más pequeños (todo ello me hace recordar esas gran serie animada que era ‘Érase una vez la vida’ donde la central controlaba todo lo que pasaba al ser humano). El espectador disfruta con cada segundo en pantalla y podrá sacar jugo a lo emotivo de lo mostrado a la par que los acordes de piano o timbal de la deliciosa melodía compuesta por Giacchino (alguna pieza me trajo a la mente otra magnífica creación del francés para ‘Ratatouille’) resonarán en su cabeza por días y días. En el film apreciaremos lo magistralmente desarrollados que están los comportamientos de cada colorido personaje, de cada emoción, haciendo sacar más de una carcajada (memorable la secuencia de la discusión en la mesa y donde veremos el interior de las cabezas no sólo de Riley sino de sus padres también). Disfrutaremos con ese entrañable y olvidado amigo invisible –sin duda el personaje más entrañable–, el almacenamiento de los recuerdos, el tren del pensamiento, las proyecciones de los sueños y ese complejo mundo de lo abstracto, el deja vú, el arte bidimensional, la deconstrucción, el arte figurativo…todo tiene cabida en esta magistral obra animada que se rebela como canto a la necesidad de aceptación de los sentimientos de tristeza, miedo o ira para conformar una personalidad en la todos queremos que rija la alegría más desbordante. Todo tiene espacio y tiene cabida en cada ser único e irrepetible.

(sigue en spoilers pero sin ellos)