Daniel Calparsoro ha sido siempre un artesano eficaz en la creación de cine de género en este país ("Ausentes", "Guerreros", "Asfalto", "Pasajes"). Sus películas nunca son grandes películas, pero cumplen sobradamente con la misión de entretener. “El aviso” responde una vez más a esa misma misión, y lo hace con dignidad.

Calparsoro, tirando de un plantel de actores y actrices de primera magnitud, nos cuenta una historia en dos épocas diferentes que en ningún momento se estorban la una a la otra conforme se van alternando en la pantalla sino todo lo contrario, se complementan perfectamente, lo cual es un acierto de guión.

Con una caligrafía visual siempre sólida y solvente como ocurre en los productos de Calparsoro, el espectador va conociendo la realidad actual de un niño que sufre acoso escolar y que recibe una nota de advertencia en su mochila en una gasolinera, mientras que paralelamente se desarrolla una historia una década antes que terminó en baño de sangre en ese mismo establecimiento abierto al público. Y no era la primera vez, ese local (aún habiendo sido sede de actividades comerciales diferentes) ya tenía un amplio historial sangriento a lo largo del siglo XX con una periodicidad que esconde algún tipo de conexión matemática.

Raúl Arévalo (como el matemático perturbado mentalmente que trata de adivinar la ecuación que tales hechos sangrientos esconden) y Belén Cuesta están espléndidos en la historia del pasado, mientras que Aura Garrido siempre brilla y eleva todo lo que toca protagonizando la del presente como madre del menor amenazado.

Es cierto que la película no es nada del otro mundo, pero se deja ver, funciona y te atrapa durante la hora y media de su metraje, un thriller con elementos fantásticos que funciona y se deja ver. Y, de paso, se permite sutilmente tratar con suavidad el tema de los cuidados paliativos y la eutanasia pasiva. Y también echa un vistazo (demasiado apresurado) a los abismos de la enfermedad mental, sin profundizar lo suficiente.