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Voto de Sergio Berbel:
5
Drama Koto, un joven saharaui, necesita urgentemente un riñón y la mejor opción como donante es su madre biológica, a quien no ve desde que era un niño. La repentina llegada de la familia supone un duro golpe para Koto, que ve como su mundo se hunde. Alejado de las creencias y costumbres de su gente, el joven se tiene que enfrentar a sus orígenes para intentar salvarse. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2020
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“La mejor opción” no es una buena película, pero sí es honesta, sincera, comprometida. Con una estética absolutamente de documental, lugar de procedencia de su autor, Óscar Pérez es consciente de querer crear cine social siguiendo la senda (aunque a una distancia de calidad sideral) del cine de Ken Loach o los hermanos Dardenne. Cine que quiere mostrar aquello que la sociedad ha decidido no ver y que queda al margen de los medios de comunicación porque no nos interesa, porque si no votan y no consumen, no los consideramos seres humanos de primera.

Con una cámara pegada durante prácticamente todos los minutos de su breve metraje al rostro de Koto, nos cuenta la historia de este chico de origen saharaui que fue acogido desde pequeño por una familia catalana y que en plena adolescencia requiere de un trasplante de riñón. Buscando donante, hacen venir a su familia por consanguinidad para que su madre sea quien aporte uno de sus órganos al hijo que ya quizás ha dejado de serlo a estas alturas de vida.

Demasiada carga moral para que la encrucijada no se enrarezca y Koto resulte más desorientado que nunca, en mitad de dos mundos a los que no pertenece por completo en ninguno de los dos casos y en plena adolescencia. Desnortado de forma absoluta.

Si lo del cine andaluz es el noir, Catalunya ha sabido desarrollar una cinematografía siempre interesante en torno al drama intimista, género en el que se adscribe esta cinta aunque con el matiz social anteriormente mencionado.

Esta modesta y sencilla película se sostiene por la magnífica interpretación de Koto Maelainin que sabe explotar su personaje perdido para extraer verdad del mismo a través de unos arranques de rabia contenida que perfilan exactamente la dimensión del conflicto interno en el que habita esta criatura fílmica, quién sabe si interpretándose a sí mismo.

Y todo ello a pesar del infame doblaje al castellano que, suele ocurrir con el cine catalán por alguna extraña causa que se me escapa, le hace perder buena parte de su esencia respecto a la VO en catalán.
Sergio Berbel
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