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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama Barrio madrileño de Maravillas. Eloísa es una abnegada esposa y madre eficiente, que vive con su marido, un guardia municipal más autoritario en casa que en la calle y al que a veces se le va la mano. Su hijo es un beato que salió del seminario poco antes de convertirse en sacerdote, y que se pasa la vida estudiando y rezando para expiar los pecados de su familia. Las hijas, dos hermanas, obsesionadas cada una a su manera por la ... [+]
4 de septiembre de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El mundo sigue” es la más grande obra maestra de Fernando Fernán Gómez junto con “El extraño viaje” y, sin embargo, casi nadie la conoce cuando estudiarla es fundamental para poder acercarse con fundamento a la historia de nuestro cine. Si “El extraño viaje” bebe del mejor thriller autóctono y de un empaque cercano al expresionismo en su lenguaje cinematográfico, “El mundo sigue” es una muestra perfecta del neorrealismo italiano tamizado por el casticismo madrileño que resulta absolutamente imprescindible como obra de arte y como testimonio de la asfixiante sociedad de los años 60, cuando la moral nacionalcatólica lo enterraba todo y a todos, pero muy especialmente a las mujeres, a las que condenaba en vida a jugar un papel secundario en una sociedad arraigadamente machista. Para mí, junto con "La caza" de Carlos Saura y "Los santos inocentes" de Mario Camus para acercarse a la diferencia de clases en el campo, "El mundo sigue" lo borda respecto a la ciudad.

Es tan certera y tan cruda esta cinta que tuvo enormes problemas de estreno y el régimen consiguió que pasara totalmente desapercibida en su descarnada narración del vergonzoso y claustrofóbico papel de la mujer en aquella sociedad jurásica, que no deja de sorprender y dejar boquiabierto al espectador actual, para quien sigue resultando una pieza capital de nuestro cine a pesar de ser una rara avis por muy pocos vista y por menos aún realmente conocida en la dimensión capital que atesora.

Fernando Fernán Gómez, con guión y dirección propia, adapta una novela de Juan Antonio Zunzunegui con cierto aire a medio camino entre Benito Pérez Galdós y Pío Baroja en su visión coral y misántropa de una sociedad insoportable, sobre el odio visceral entre dos hermanas de clase baja, ambas bellísimas y ambas obsesionadas con prosperar en la vida y mejorar de estatus social.

Pero Elo (enorme Lina Canalejas, la gran estrella de la función) está atrapada en un matrimonio con un don nadie maltratador, machista, misógino, ludópata de las quinielas, obsesionado con el fútbol, camarero de tres al cuarto y tocado por la mala fortuna (descomunal Fernando Fernán Gómez también a la interpretación) que le ha dejado una vida en la más absoluta miseria y tres hijos pequeños. En cambio, la hermana menor, Luisita (Gemma Cuervo) ha querido y sabido utilizar sus encantos personales para sacarle partido y mejorar de vida a través de la seducción de hombres casados.

El odio enquistado entre ambas avanza a lo largo del metraje de una forma visceral e imparable hasta cuajar en un final inolvidable, de los mejores que hayan visto estos ojos miopes nunca en toda la historia del cine.
Una cinta de mujeres, donde los hombres juegan roles secundarios pero apasionantes (interesante el dramaturgo y crítico teatral que interpreta el gran Agustín González) en una película de vocación coral y con una preciosa fotografía de aroma neorrealista y sin duda con algunos movimientos de cámara, flahsbacks del pasado de sus protagonistas y voces en off para acceder a sus pensamientos que le dan un aire moderno realmente meritorio para una cinta de 1963 y que dicen mucho y bien del genio que la parió.

Si sumamos a ello que en su argumento aparecen separaciones, adulterios, abortos, una denuncia expresa de la violencia machista y del dantesco papel que se le dejaba jugar a la mujer en aquella sociedad, delincuencia… la valentía de Fernán Gómez en la sociedad franquista de los años 60 no tiene límites, como nunca los tuvo uno de nuestros más grandes genios.
Sergio Berbel
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