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Voto de Sergio Berbel:
10
Western Un grupo de jóvenes pistoleros se dedica a asaltar los bancos del estado de Wyoming y el tren-correo de la Union Pacific. El jefe de la banda es el carismático Butch Cassidy (Newman), y Sundance Kid (Redford) es su inseparable compañero. Un día, después de un atraco, el grupo se disuelve. Será entonces cuando Butch, Sundance y una joven maestra de Denver (Ross) formen un trío de románticos forajidos que, huyendo de la ley, llegan hasta Bolivia. (FILMAFFINITY) [+]
27 de abril de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los años 70 trajeron el mejor cine de la historia. Hollywood se hizo adulto (hasta que los 80 lo infantilizara ya para siempre de forma irreversible). Llegó el momento de revisitar los géneros y hacerlo con un tono maravillosamente vintage para transformarlos y dinamitarlos desde dentro y con todos sus cánones respetados. Se logró la cuadratura del círculo. “Dos hombres y un destino” giró el western, dándole un barniz de dioses inmortales a los forajidos y, sobre todo, introduciendo el humor como un elemento capital de la trama y una humanidad y un respeto a la vida inaudito en el género.

Para llevar al cine la vida de los míticos asaltantes de bancos y trenes Butch Cassidy y Sundance Kid, se eligió a uno de los grandes directores de los 70 (George Roy Hill), dos de los mejores (o los mejores) actores de la historia (Paul Newman y Robert Redford), una de las más míticas actrices que hayan existido nunca (Katharine Ross), una canción nacida eterna que permanecerá para siempre en nuestra mente hasta el último de nuestros días (“Raindrops keep fallin´on my head”) y un guión de William Goldman que sabe combinar las escenas de acción con reflexiones acertadas y un ácido sentido del humor que rezuma cada situación y cada diálogo de una exquisitez cómica absoluta. Una soberbia obra de arte la mires por donde la mires. Una perfección sincopada.

Momentos de tensión rotos por diálogos cómicos entre los dos grandes mitos de la interpretación como ese que jamás olvidaremos en el que ambos solo pueden sobrevivir a sus perseguidores saltando a un río y Robert Redford se ve obligado a confesar a Paul Newman que no sabe nadar.

Escenas míticas, paisajes maravillosos, situaciones de gran tensión, acción sin respiro, humor por doquier y esos tres personajes protagonistas que te atraparán y te ganarán para siempre.

Y esa manera maravillosa de romper el ritmo narrativo por parte de George Roy Hill con la superposición de fotos que marca la transición de los EE.UU. a Bolivia; o la forma de arrancar el film también en sepia; o la perfecta e histórica escena final congelada para cumplir la promesa que el personaje de la diosa Katharine Ross promete al espectador: que no queremos ver a dos bandidos míticos muertos. Pura historia del cine.

¿La apuesta era superable? Por supuesto, pero para eso tenían que volver a reunirse Paul Newman y Robert Redford bajo la dirección de George Roy Hill en “El golpe” cuatro años después.
Sergio Berbel
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