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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama La Inglaterra rural de 1865. Katherine (Florence Pugh) vive angustiada por culpa de su matrimonio con un hombre amargado al que no quiere y que le dobla la edad, y de su fría y despiadada familia. Cuando se embarca en un apasionado idilio con un joven trabajador de la finca de su marido, en su interior se desata una fuerza tan poderosa que nada le impedirá intentar conseguir lo que desea. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Lady Macbeth”, ópera prima del británico William Oldroyd (sin conexión alguna con el texto shakespeariano sino basada en un relato corto de Nikolai Leskov como aviso previo para ubicar correctamente al lector), es una auténtica maravilla para el cinéfilo que, en tono victoriano y profundamente academicista, aunque con un cierto aire gélido y estático muy marca de la casa Haneke, es transgresora de arriba a abajo en su planteamiento, en sus personajes y, especialmente, en su protagonista, históricamente interpretada por Florence Pugh en la mejor tradición de las grandes actrices británicas, marcando en su gélido rostro toda una gama de matices amorales sencillamente insuperables que la convierten en legendaria en un solo acto.

La película logra, con creces, la misión que se pretende: convertir en heroína (con tintes feministas) a una mujer que es capaz de cualquier cosa en pos de lograr sus objetivos, sin límite ni obstáculo alguno que sea capaz de interponerse en su camino trazado por el deseo.

Magistral mezcla de temas diferentes, con más capas que una cebolla, en menos de hora y media nos cuenta la aberración del papel de la mujer en la sociedad del siglo XIX, un mueble más del hogar del que no podía salir para mera satisfacción personal de su cónyuge y amo. Pero a la vez trata el tema del clasismo asfixiante de la sociedad victoriana, del racismo latente en cada rincón, del deseo sexual condenado y escondido, de la cosificación de los criados, de una sociedad basada exclusivamente en la apariencia…

Un crisol de temas que dan lugar a planteamientos extremadamente violentos (algunos con la intensidad sanguinolenta del más despiadado Haneke en un par de escenas francamente inolvidables para el espectador) pero que se van macerando a fuego muy lento, lentísimo, demorándose hasta el límite de nuestra capacidad, hasta que estallan definitivamente.

Con un control virtuoso del ritmo, la rebelión de la mujer protagonista va en un crescendo de tensión insoportable ante la cual nada ni nadie podrá pararla.

Reflexión sin moralina ni moraleja ética de ningún tipo, gozosamente amoral, que entusiasma precisamente por ello. Trascendiendo el melodrama de época, plantea una fábula amoral culpablemente gozosa. Cine de autor, en algún momento de terror y siempre espléndido thriller de época. Una cinta imprescindible de nuestro tiempo.
Sergio Berbel
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