Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
10
Comedia Falso documental sobre Leonard Zelig, el hombre camaleón que asombró a la sociedad norteamericana de la 'era del jazz'. Su historia arranca el día que miente al afirmar que ha leído Moby Dick, sólo para no sentirse excluido. Desde entonces, su necesidad de ser aceptado lo lleva a transformarse físicamente en las personas que lo rodean, convirtiéndose así en un fenómeno mediático, en una celebridad sin esencia. Testigo de algunos de los ... [+]
2 de diciembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1983, Woody Allen firmaba una desternillante excentricidad con “Zelig”. Inconmensurable por la concurrencia de dos factores (de forma y fondo) ciertamente magistrales: el uso del falso documental como recurso narrativo (y ambientado en los años 20, lo cual tiene aún más mérito) y la metáfora del “camaleonismo” que la sociedad nos exige para aceptarnos como uno más y que Woody Allen descuartiza en esta película con las armas secretas más mortíferas y destructivas que existen: la ironía y el sarcasmo.

Con una textura de documental al uso, ciertos ecos susurrados al “Ciudadano Kane” de Orson Welles, sin interpretaciones como tal y con una voz en off de un narrador omnisciente, mezclando totales de testigos con “imágenes reales” del episodio ocurrido en los años 20, Woody Allen nos cuenta la historia de Leonard Zelig (interpretado por él mismo), un fenómeno de la naturaleza que alcanzó notoriedad pública por mimetizarse con las personas con las que tuviera delante, cambiando para ello de profesión, maneras, ideas o incluso raza para ello. Si estaba con indios, era indio; si estaba entre psiquiatras, se transformaba en un psiquiatra…

Este fenómeno de circo comenzó a ser estudiado por la psiquiatría de la época, especialmente por la Doctora Fletcher (la ínclita Mia Farrow, a la que muchos no logramos perdonar por más que lo intentamos pero que respetamos a pesar de ello, y mucho, su trabajo) para tratar de “curar” al “hombre camaleón”. Al igual que para rescatarlo de las garras del capitalismo, que lo había convertido en un monstruo de feria para mercantilizarlo, como a todo el mundo.

Cuando al fin alcanza su curación de la mano de la Doctora Fletcher, la cual logra convertirlo en una persona “normal”, no harán más que comenzar los problemas, porque la sociedad no perdona ni olvida y el relativismo moral se impone.

Todo ello narrado con un blanco y negro propio de los años 20, con música de aquel momento histórico y entrevistas a “testigos supervivientes” en color, dando una absoluta verosimilitud documental a un conjunto totalmente ficticio.

Una ácida visión desesperanzada, nihilista y misántropa sobre la necesidad que tenemos de ser aceptados por los demás y a lo que somos capaces de renunciar para ello, sobre las miserias sociales que nos atenazan, sobre el capitalismo como enfermedad mortal, sobre el fascismo (en su último tramo), sobre el dudoso amor familiar… Todos los grandes temas morales están tratados entre carcajada y carcajada en este falso documental hilarante con más capas que una cebolla y con lecturas francamente profundas. Otra genialidad de ese tal Woody Allen.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow