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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
2
Terror. Thriller. Fantástico Tras mudarse a un nuevo barrio, los hermanos Dane y Lucas y su nueva vecina Julie descubren una puerta en el sótano de su casa. Al abrirla hallan un pozo sin fondo que deja escapar todo el mal que aloja en su interior. Asediados por extrañas sombras que acechan detrás de cada esquina y por pesadillas que cobran vida, los tres jóvenes deberán afrontar sus peores miedos para poner fin al misterio del pozo. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2011
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La adolescencia es, ciertamente, una edad complicada. Y aunque son muchos los factores que inciden decisivamente en ese complejo periodo vital, yo diría que uno de los más importantes lo podemos hallar en esa maldita obsesión que tienen los niñatos que la padecen en comportarse como adultos.

Lo que no saben esos tiernos púberes, sin embargo, es que —a esa edad— siguen siendo niños. Más rebeldes, más insoportables y más feotes, quizás. Pero niños al fin y al cabo. En la mayoría de los casos, niños engreídos e insolentes que no exhiben ningún tipo de pudor a la hora de exigir ser tratados como adultos y que, paradójicamente, no están dispuestos a contraer ningún tipo de responsabilidad como tales. Niños —en definitiva— que pretenden, demandan y reclaman un mundo a su medida.

Responsabilidad de sus mayores, por consiguiente, debería ser convencerles de que eso es rotundamente imposible. Tan imposible como debería ser realizar una peli de terror que se adapte a sus esquemas. Lamentablemente, no todo el mundo está dispuesto a cuadrar a estos niñatos. A decirles que no. A decirles que una peli de terror no es, o no debería ser, para críos. Y qué mejor muestra de ese patético proceder que “Miedos”. Una infame peli de terror con la que el género se baja los pantalones por enésima vez y en la que un despersonalizadísimo Dante le hace la rosca a ese vergonzante subgénero que no hace mucho inauguró “Crepúsculo”: el terror barbilampiño.

A partir de ahí, poco más podría añadir. Quizás, tan sólo, manifestar mi anhelo por que “Miedos” no sea otra cosa que un truño pasajero más y por que todo ello sea fruto —a fin de cuentas— de mis propias pesadillas. Porque no. No puede ser. Me niego a admitirlo. Bastante jodido está el terror contemporáneo para que, por si fuera poco, nos viéramos obligados a rebajar aún más nuestras míseras expectativas para adaptarlas a los gustos y a las sensibilidades de jovencitos y jovencitas con acné. Hasta aquí podríamos llegar.
Taylor
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