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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Drama Después de verse obligado a abandonar su casa y su familia por deudas de juego, un hombre rehace su vida como titiritero hasta que se ve envuelto en la revolución maoísta. Cuando consigue volver con su mujer y sus hijos, ya nada es como antes. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2011
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Indudablemente, se trata de un dramón clásico. De un dramón clásico muy cercano, por cierto, a los mejores dramones clásicos de la historia del cine: “Las uvas de la ira”, “Ladrón de bicicletas”, “Los mejores años de nuestra vida”, “Harakiri”, “Doctor Zhivago”, “El hombre elefante”, “Mystic River”… Y eso significa, impepinablemente, que si has logrado disfrutar de todas —o casi todas— estas pelis con total y absoluto deleite, también deberías conseguirlo —sin demasiado esfuerzo— con “¡Vivir!”.

El problema de los dramones clásicos como “¡Vivir!”, sin embargo, es que —actualmente— no tienen la buena prensa de antaño. Así pues, lo que verdaderamente mola hoy en día es el drama “a lo bestia”. En plan “Réquiem por un sueño”, “Ciudad de Dios”, “Contra la pared” o “Irreversible”. Dramas con cámara epiléptica, montajes abruptos y despiadadas tramas argumentales que —más que conmocionar— lo que pretenden y consiguen, en definitiva, es perturbar al espectador de la forma más descarnada posible.

A mi, particularmente, me gustan todos los dramas. Todos. Independientemente de su tono, de su estilo y de su intensidad. Siempre y cuando, por supuesto, conecte con ellos y no perciba rastro alguno de sensiblería, sentimentalismo y moralina. Sin lugar a dudas, las tres grandes lacras del género en cuestión.

Obviamente, nada de ello detectaréis en la peli de Yimou. Un drama que fluye sin prisa pero sin pausa y que nos ofrece un espléndido fresco de la China maoísta a través de la propia experiencia vital de Fu Gui (Ge You) y Jia Zheng (Gong Li), un matrimonio que luchará a brazo partido contra la adversidad constatando, por si fuera poco, que vivir es —indudablemente— la mayor batalla que puedes librar y la mayor victoria que puedas lograr en esta puta vida.

Pedazo de ocho, pues, para un dramón clásico de impecable factura al que sólo cierta candidez y superficialidad aparente la alejan de ese nueve que durante gran parte del metraje campeó en su marcador. Ainsss!
Taylor
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