Interesante película torpedeada por las malditas expectativas pero, claro, si pones a Robert Downey Jr. a presidir los créditos de tu producto con un primer plano de su cara en la cartelera, el subconsciente de un espectador normal se va a hacer a la idea de que va a hacer de Tony Stark o alguna de sus variantes divertidas e ingeniosas. Y si llamas “El juez” a tu película, lo normal es pensar que Downey va a luchar contra alguna multinacional contaminante en una demanda colectiva o algo por el estilo.

Y claro, todos esos prejuicios chocan con lo que termina siendo una interesante película de desencuentros familiares, de vueltas a casa y de investigaciones criminales en un villorrio de la Indiana profunda de modo que la película, con sus muchas virtudes y escasos defectos, nunca termina siendo lo que uno esperaba. Tampoco ayuda que tarde tanto en tomar forma y cristalizar en un drama judicial, dejando que nos coma por dentro la ansiedad por esperar el giro hacia un show de Downey Junior que nunca llega. Pero aunque cuesta descontextualizarla y valorarla por lo que es, termina dejando un gran sabor de boca por la gran interpretación que hace Robert Duvall de un muy buen papel, por la ternura que desprenden sus tramas y porque mantiene una sana intriga hasta un final realmente sorprendente al que no se le puede poner un pero.