Tras petarlo con una primera entrega que es ya historia de las comedias adolescentes y exprimir la gallina de los huevos de oro con secuelas y varios spin-offs, “American Pie: el reencuentro” representa el punto y final a la franquicia, la película con la que echar el cierre a una saga exitosa dentro de lo que es la evolución lógica de un producto dentro de su ciclo de vida. De hecho, más que una película con fines meramente comerciales, parece más hecha para rendir un cálido homenaje de agradecimiento a los protagonistas y tener un detalle con los nostálgicos (que por discutible que sea la calidad de la saga, seguro que los hay) a los que se les propone un cierre definitivo para algunas tramas.

Ya sin ninguna presión en cuanto a tener que superar niveles previos de escatología o gamberrismo, “American Pie: el reencuentro” baja bastante el ritmo y no trata de colocar gags en cada escena. Me atrevo a decir que trata de hacer una película de verdad, centrada en los personajes, con un humor blando que ofenda lo menos posible y evite los característicos momentos de vergüenza ajena. A mí, que nunca simpaticé demasiado con la franquicia (aunque me eché algunas inevitables risas, como todo el mundo) me parece una película entrañable. Quizá algo sosa, ya que en su afán por no pasarse se termina quedando corta, pero a la que merece la pena dedicarle un rato para despedirnos de ella. En cierto modo, despedirnos de ella es también dejar atrás una etapa de nuestras vidas. Cinematográficas, al menos.

Como reflexión final, mencionar que “American Pie: el reencuentro” tiene el buen criterio de querer dar al espectador lo que desea ver. Los adolescentes con los que crecimos ya no lo son tanto y se enfrentan a problemas de pareja con responsabilidades de adultos. Unos las superan con éxito y otros las aceptan con madurez dejando a todo el mundo contento. Aunque algunos pueden verlo como un simple producto de intenciones meramente comerciales, la realidad es que este enfoque es el único que encaja en el concepto de homenaje que maneja. En películas o series españolas que han intentado este concepto de la reunión años después, los equipos creativos siempre han pensado que lo que el espectador desea ver es drama y miseria. Es una cosa fascinante, como si los guionistas se sintiese liberado después de años de escribir tramas que tenían que acabar necesariamente bien y tratasen de ajustar cuentas con los protagonistas dándoles todo el mal acumulado en su karma. Se me vienen a la cabeza los últimos episodios de “Médico de Familia”, que fueron de tragedia en tragedia, y de los “Los serrano”, donde aquel final lamentable no fue una mala decisión sino la única manera de salir de toda la miseria acumulada en la que fueron enfangaron a lo largo de unos increíbles episodios finales.

Pero la que se lleva la palma es, sin duda, “Compañeros”, que hizo una película años después de la serie muy en la línea de esta “American Pie: el reencuentro”. Cuando lo más inteligente hubiese sido irse a lo fácil y mostrar finales felices, algún genio creativo pensó que el espectador agradecería saber que Guille había acabado tetrapléjico con veinte años, que otra chica andaba en la prostitución y que otro chaval era un sintecho. El desarrollo de las tramas tampoco ayudaba. VER SPOILER (no se me ocurre nadie al que a estas alturas le pueda resultar ofensivo que se lo destripen pero normas son normas). Todo era tan real como triste, lo que hace valorar aún más la propuesta, por ficticia que sea, de “American Pie: el reencuentro” que, al menos, deja buen cuerpo.