Según quién y cómo se mire, “La venganza de Jane” se puede considerar un western con perspectiva de género o una película ambientada en el Oeste protagonizada por una mujer. Parece lo mismo, pero no. Lo primero sería una la típica película de eso que cuando yo era pequeño llamábamos ‘indios y vaqueros’ y que englobaba cualquier largometraje ambientado en el salvaje Oeste, ya sea con indios, con cowboys, con el Séptimo de Caballería o con una mezcla de todos ellos… pero con chicas en papeles - verosímiles o no - reservados tradicionalmente a actores masculinos. Lo segundo sería simplemente ambientar una historia normal y corriente en la parte occidental de Estados Unidos en el siglo XIX y hacer que el protagonismo recaiga en una actriz.

Hay que reconocer una notable astucia en “La venganza de Jane” como para mezclar ambas opciones, probablemente sabedora de los pros y contras de cada una – el western femenino suele ser entretenido pero poco creíble y el costumbrismo de la pradera un peñazo verosímil- y dando pie a una especie de folletín con pistolas y forajidos. Como idea no está mal. Y el reparto acompaña, con la siempre profesional Natalie Portman, rodeada de los siempre resultones Egerton y McGregor. También la parte técnica está muy bien resuelta, con una gran fotografía, buen uso de la luz y los paisajes y una buena realización de los tiroteos. También la recreación y ambientación de las condiciones miserables de la época están logradas y nos alejan de visiones idealizadas de los clásicos. Hay quien se queja de poca acción, pero yo creo que tiene la dosis justa y con mucho realismo – nada que ver con esos duelos de hace cuarenta años donde cada tiro acertaba en el blanco, cada balazo era mortal y nunca se veía la sangre-. En estos tiroteos 2.0, ahora cuesta apuntar y acertar, hacen falta cuatro o cinco disparos para acabar con alguien y la sangre lo impregna todo.

Por ese lado bien. Donde creo que “La venganza de Jane” patina y se queda en una obra ligera, de consumir y tirar, es en querer llevar sus dos dimensiones hasta los extremos, hasta la exageración. La parte folletinesca de si Jane está casada con pepito pero realmente quiere a juanito con quien acumula ciertos resquemores y malentendidos pasados, se pasa de giros, casualidades y conveniencias para que todo encaje lo que algún listo pensó que el espectador quería ver. Por la parte western, parece que han querido meter más épica que en “La muerte tenía un precio” y se han marcado una orgía de sangre y destrucción (minas claymore caseras incluídas) que, unido a lo cachondo del título – “Jane cogió su fusil” sería la traducción literal- llevan la película unos cuantos pasos más allá de la seriedad, al terreno de la astracanada.

Convence durante dos tercios de su metraje para estropearlo todo al final. Lo dicho: consumir y olvidar.