Una impecable factura para una historia de atracos perfectos, de cuando el cine hispano en general se decidió a salir de su zona de confort y de hacer lo mismo de siempre con las inercias de siempre para adaptarse a los gustos reales de la gente y atraerla a las salas de cine. Así, poco a poco, cines como el español (o, en este caso, el argentino) partiendo de la exitosa fórmula de los thrillers americanos fueron desarrollando modelos primero para imitarlos y luego para perfeccionarlos introduciendo elementos particulares de cada cultura y cada sociedad.

“Al final del túnel” pertenece a esa fase de primeros pasos en los que logra imitar las estructuras de Hollywood en cuanto a fases narrativas, esquemas de personajes y formatos visuales con notable éxito, pero sin dar aún con la tecla para que esos complicados recontragiros que le funcionan a la industria americana y a sus estrellas no se vean como sobreactuaciones y oportunas casualidades. Por algún motivo (seguro que hay explicaciones y estudios al respecto) la mente del espectador español puede aceptar (por ejemplo) que un Denzel Washington tetrapléjico se enfrente exitosamente a una banda de psicópatas pero nos parece inverosímil que Antonio Resines se líe a tiros en un night-club.

Eso es así y, sí, es injusto, pero la forma de luchar contra eso no es cambiando al espectador, sino refinando el estilo para presentar la historia de otra manera o construir los personajes de otra forma… como fueron descubriendo y aplicando muchos cineastas (los que hacen buenas taquillas, otros han preferido seguir en la zona de confort subvencionada). Me gusta mucho la estética de “Al final del túnel” y despierta mi interés, pero sus cuatro o cinco giros (aun dando por bueno que sea una cantidad de giros asumible, que no lo es) son terriblemente previsibles y requieren de situaciones inverosímiles para concretarse. La película hereda la obligación de acabar como solían terminar las películas por entonces y lo que empieza como un thriller termina como una ficción de aventuras que, la verdad, me interesa más bien poco.

Me deja las buenas sensaciones del que intenta algo distinto, algo nuevo, pero se le nota que le quedaba mucho camino por recorrer.