Llegando al final, mientras se atan los cabos sueltos mediante un innecesario flashback (porque la cosa está más o menos clara desde el minuto treinta), Robert De Niro suelta un "no entiendo nada" que suscribo palabra por palabra. No entiendo como una primera hora bastante normalita pero relativamente entretenida y, como mínimo con una historia coherente, puede acabar con una media hora tan ridícula y encajada con calzador.

"Asesinato justo" no da para mucho. Es una histora no muy original, con una estética mareante estilo Tony Scott y que se la juega todo a poner a dos supercracks en los papeles protagonistas confiando en que su sola presencia eleve el nivel. No es así, por muy bueno que sea un actor, hay papeles que no le pegan y, como en el caso de De Niro, por mucho esfuerzo que ponga, por mucha clase que tenga, no resulta creíble. El caso de Pacino es peor: arrugado, con un tupé cada día más parecido al de Nicholas Cage y con un doblaje al castellano verdaderamente infame, pone las mismas muecas y miradas de sus últimas películas. Una pena. Vistas su últimas interpretaciones, dan ganas de decirle que se tome su tiempo hasta encontrar un papel a su nivel.

Desde luego, algo falla cuando el personaje más creíble es Donnie Whalberg (mucho menos expresivo, mucho peor actor que sus colegas, pero que consigue un papel verosímil) y mucha de la culpa la tienen (a partes iguales) un guión de reciclaje que no ha sido hecho pensando que De Niro y Pacino ya no tienen 30 años y un director que utiliza todos los trucos de cámaray efectos de guión conocidos y por conocer para convertir una película que pide a gritos sobriedad y tensión en desenfreno de baratillo.

No es mala, pero cualquiera se esperaría otra cosa (otra cosa mejor, claro, viendo los mimbres con los que se ha hecho). Verla en casa es una opción contra el aburrimiento (hay cosas mucho peores en la tele), pero pagar por verla en el cine es un dolor de corazón.