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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
5
Comedia. Drama. Romance Corre el verano de 1987 y aunque James Brennan (Jesse Eisenberg), un joven recién graduado en el instituto, sueña con hacer un viaje por Europa, la falta de recursos le obliga a aceptar un empleo precario en un parque de atracciones local. Así, James consigue el peor trabajo que nunca imaginó... pero puede que también pase la mejor época de su vida. (FILMAFFINITY)
21 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De cuando en cuando alguien se cree Salinger y piensa que su idea tiene madera para convertirse en la nueva “El guardián entre el centeno”, para ser la novela, película, libro o serie definitivos sobre la juventud o la adolescencia, sus ambiciones - o su falta de ella -, sus preocupaciones o su forma de hacer de todo un mundo. Se aprovechan, además, de que a la crítica y un público muy concreto suelen gustarles este tipo de aproximaciones a la psique de la chavalería, del mismo modo que a todos nos gustan las simplificaciones que prometen explicaciones sencillas de la realidad. No es mi caso: yo pienso que cada persona es un mundo y pretender caracterizar a colectivos que vayan más allá de la unidad familiar o laboral mediante retratos generalistas como el que propone “Adventureland” es, en el mejor de los casos, una tarea imposible. Pretenciosa, siendo realistas.

“Adventureland” nos lleva a ese supuesto momento que se ha inventado la literatura reciente y, sobre todo, el cine, en el que el presuntamente, el adolescente da un salto vital y se transforma de niño a hombre. Como si de un ritual se tratase, parece haberse convenido en que ese momento es el último verano antes de la universidad, cuando el chico o chica termina el instituto y se ve obligado a tener su primer amor, contestar malamente a los padres, su primer trabajo y una pandilla con la que vivir alguna clase de aventura que les haga enfrentarse a los mayores y ser tachados de rebeldes. No es infrecuente alguna conversación profunda en la que el chico haga saber al espectador lo ansioso que está por abandonar la casa de los padres para lanzarse a comerse el mundo y trascender, sobre todo trascender, descubrir algo, inventar algo, resolver algún problema del mundo. Y (lo que más me repatea) su miedo a terminar en un trabajo de oficina que SENCILLAMENTE le dé para ganarse la vida, aunque sea con holgura.

No sé, debe de ser que mi infancia fue terrible o mis padres unos dictadores, pero mis inquietudes de verano eran descansar y pasarlo todo lo bien posible, sin más aspiraciones. Igual que la de todos los compañeros de mi quinta. Especialmente el verano tras la Selectividad, cuando tenía en mente que la Universidad no me iba a dejar los veranos tan libres como hasta ese momento. Y sí, cuando escogí la carrera, no fue pensando en salvar el mundo o en realizarme yo como persona, sino en algo con salidas para vivir lo mejor posible, así que la gran mayoría de las peripecias de los protagonistas me parecen tan irreales como artificiosas

Hay que reconocer que la película está tan bien hecha, se ajusta al dogma y vende su idea de las inquietudes juveniles con la misma eficacia de los documentales de Leni Riefenstahl. Por eso, aunque yo no compre su mensaje y me termine pareciendo aburrida, puede conectar con la parte idealista de la juventud de hoy en día y con la parte nostálgica de los no tan jóvenes, aunque mucho me temo que ha envejecido (desde 2009) regular. Al menos en España. Si eso de chavales buscando un trabajo de verano ya sonaba muy yanqui entonces, ahora suena a alienígena. Y tampoco las inquietudes de la chavalería de hoy en día son tan profundas: son tan felices simplemente con wifi para el tiktok como trágicamente sobreactuados cuando se les estropea el móvil.
OsitoF
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