“Criminal” tiene una propuesta que, reconozcámoslo, no es ninguna genialidad: una mezcla de tramas ya vistas con el típico transplante de personalidades entre un tío decente a punto de morir y un tío chungo con el físico necesario para cumplir con la habitual gymkana entre agencias gubernamentales y recuperar un objeto valioso, una arma potente o información vital. Sin embargo, con un reparto de mucha categoría y un presupuesto más que decente, hubiese sido de esperar un resultado más solvente del que finalmente nos han ofrecido. La decepción vendría explicada por un guion mediocre y, sobre todo, por una realización sin personalidad alguna.

Vamos con lo bueno: Tommy Lee Jones, Ryan Raynolds (cuando aún era capaz de limitarse a hablar sólo cuando le tocaba), Gary Oldman, Kevin Costner, Galdot (con las cejas aún no tan perfiladas y una estructura ósea supraocular no tan marcada como la que luce a día de hoy y que, como diría @CronicasCine, es «ideal para sostener un oscar»), Alice Eve… aunque algunos salen lo mínimo para figurar en los créditos, el conjunto es de los que hacen que te detengas durante el zapping a ver de qué va la cosa o elegir la película en la cartelera. Todos ellos, incluso Jordi Molla, están interpretativamente muy por encima de lo que termina siendo la película y hay que destacar su seriedad y profesionalidad, sin que ninguno se deja llevar por la mediocridad de unos personajes escritos por unos guionistas sin chispa alguna o con demasiada poca experiencia como para saber dotar de ingenio, simpatía o intensidad a un diálogo. Por eso tenemos Oldman de jefe siempre en la misma tesitura: ladrando histéricamente órdenes random por un micrófono con auriculares («Hackead esos cortafuegos!!!», «Perseguid al sospechoso!!!», «No dejéis que escape!!!») o a Tommy Lee Jones haciendo de científico atormentado diciendo continuas obviedades sobre los riesgos de jugar ser Dios (coño, empieza por no andar mangoneando el cerebro de la peña, bro). Consiguen que hasta Kevin Costner resulte antipático convirtiendo lo que debiera de haber sido una elegante mente criminal en un pandillero cincuentón de la Cañada Real.

Pero lo peor es sin duda la ejecución, la factura técnica, empeñada en resaltar todas las carencias del guion y añadir añguna propia. Por momentos parece un problema de amateurismo y por momentos da la sensación de que las órdenes las sintetiza una especie de inteligencia artificial en fase de pruebas. Me sorprendió que el punto más delicado de la película, lo de convencer al público de lo de trasplantar la mente de un tío en otro, se solventase de una forma tan simple y directa como «plas, chimpún» pero, oye, la cosa funcionó porque en su simpleza, se quitó de rollos que, de todos modos, no iban a convencer a nadie. En su momento me pareció una arriesgada y exitosa jugada, aunque ahora tengo claro que una casualidad fruto de la propia incapacidad de plantear escenificar todo el procedimiento. El resto de la película no es mucho mejor. Los tiroteos consisten en gente saliendo de su cobertura para colocarse en la línea de fuego y morir cuando les toca y las persecuciones en hacer chocar coches contra otros coches u otros objetos. Sin más. Todo mientras Oldman chilla para que le informen («Unidad Siete, CONTESTE!!!») de tal o cual cosa y Lee Jones se lamenta («no debimos hacer esto, no debimos hacer lo otro»).

Realmente dura de ver si se intenta ver el metraje entero. Las escenas encajan con dificultad, sin cohesión y sin ningún sentido del ritmo. Deja ver hostilidad hacia el espectador. Yo recomiendo leer la sinopsis y verla a ratos.