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Voto de OsitoF:
4
13 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama que lleva el concepto a su máxima expresión cuando no, directamente, a otra dimensión en la que los amantes del género se sentirán plenamente integrados y satisfechos entre el maremagnum de conflictos sentimentales y los que no, como me pasa a mí, se verán fuera de lugar en una forzadísima historia de segundas (e inverosímiles) oportunidades y amores que trascienden el espacio y el tiempo. Nada que reprochar en la parte interpretativa a unos estupendos Annette Bening y Ed Harris, pero “La mirada del amor” lo fía todo a que el público encuentre aceptable su premisa: una viuda que vive un romance imposible con una persona de lo más insospechable o un romance insospechable con una persona imposible.
Ahí reside el quid, si catas la cosa y entras en su juego, su notable factura, el encanto natural de sus protagonistas y sus constantes embrollos al límite del sofoco y de la lágrima te sumergirán en una vorágine emocional plagada de conmovedoras disyuntivas éticas y morales que siembran preguntas de respuesta imposible sobre el destino y el alma. Si, por el contrario, tienes un perfil más pragmático y racional, es fácil darse cuenta de que las tramas de “La mirada del amor” hacen agua por todas partes y que, aparte de encogimientos de corazón por aquí y ternura en vena por allá, no hay nada consistente detrás de sus artificios y conveniencias argumentales.
No tiene término medio, o se la quiere o se aborrece, generalmente por los mismos motivos. No seré yo quien le diga a nadie que la vea o la deje de ver, siempre bajo su responsabilidad.
Ahí reside el quid, si catas la cosa y entras en su juego, su notable factura, el encanto natural de sus protagonistas y sus constantes embrollos al límite del sofoco y de la lágrima te sumergirán en una vorágine emocional plagada de conmovedoras disyuntivas éticas y morales que siembran preguntas de respuesta imposible sobre el destino y el alma. Si, por el contrario, tienes un perfil más pragmático y racional, es fácil darse cuenta de que las tramas de “La mirada del amor” hacen agua por todas partes y que, aparte de encogimientos de corazón por aquí y ternura en vena por allá, no hay nada consistente detrás de sus artificios y conveniencias argumentales.
No tiene término medio, o se la quiere o se aborrece, generalmente por los mismos motivos. No seré yo quien le diga a nadie que la vea o la deje de ver, siempre bajo su responsabilidad.