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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
5
Drama. Ciencia ficción Justine (Kirsten Dunst) y su prometido Michael (Alexander Skarsgård) celebran su boda con una suntuosa fiesta en casa de su hermana (Charlotte Gainsbourg) y su cuñado (Kiefer Sutherland). Mientras tanto, el planeta Melancolía se dirige hacia la Tierra... (FILMAFFINITY)
28 de julio de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Melancolía” es, en términos cinematográficos, el equivalente médico a dejar de comer o autolesionarse: una llamada de auxilio, un grito de socorro, de ayuda, un «paradme, me estoy endiosando». Aunque yo casi diría que es el público, concretamente SU PÚBLICO (en el que incluyo esa la casta crítica afín), el que le endiosa a base de aplaudir con las orejas cualquier ocurrencia que lleve a la pantalla, el que no juzga sus obras en base a lo que ofrece sino que da por bueno que lo que entrega es canelita fina y luego busca la forma de justificar la valoración positiva.

En “Melancolía” vuelve a buscar los límites de la tolerancia del espectador intentando que reaccione y que llame al pan, pan y al truño, truño. Para ello entrega una extravagancia de película que se compone de dos partes totalmente independientes con el único vínculo de que en ambas sale Kirsten Dunst. A todos los efectos, se puede hablar de dos películas colocadas una a continuación de la otra, con el matiz de que el primer segmento solo tiene de película el que se ha rodado con una cámara y se proyecta en pantalla. Sí, la primera parte de “Melancolía” es un carcajada de Triers en la cara de sus lacayos, un «si tanto os gusta, tragaos mi mierda», una estupidez de hora y media de lo que literalmente, es un video de boda. De una boda rara, de un chica rara de ideas poco claras con un chaval que parece buena gente y no sabe dónde se ha metido. Si tuviera que volver a verla, la pasaría a cámara rápida, igual que hago con los videos de boda siempre que puedo. No hay mucho más, alguna anécdota de novios, el brindis, el baile, invitados achispados y la conga. En el montaje del director la novia subasta la liga y hacen el baile del pañuelo. Lo único destacable de esa primera parte es que el bueno de Lars mantiene el toque a la hora de convencer a cualquier estrella para que se convierta en ‘chica Triers’ y embaucarla para que se desnude en pantalla con el cuento de que es algo puramente artístico necesario para la narrativa.

Así que, realmente, la película empieza a la hora y media con un registro totalmente distinto: un planeta de nombre Melancolía entra en el campo de atracción gravitatoria de la Tierra y la devastadora colisión es inevitable. Esta idea ya sí que tiene potencial y, particularmente, me resulta interesante porque plantea cómo encajar la idea de la extinción, de la muerte inevitable que es lo que yo creo que me tocaría en una situación de esas. Siempre que veo una película de Emmerich o similar donde la humanidad se enfrenta a su fin y sólo un grupo de ricachones o ‘gente esencial’ tiene asegurada la supervivencia en búnkers o en arcas, tengo asumido que yo nunca sería de los afortunados elegidos o de los que casualmente la salvación pillase a mano. Por si os lo estáis preguntando, no me pasa lo mismo con los fenómenos de apocalípsis zombie tipo “The Walking Dead” porque por algún motivo siempre creo que en ese escenario sí tendría alguna posibilidad de supervivencia.

Pero vamos, que aunque la segunda parte tenga algo de interés no implica que lleve la marca del genio. Su momento álgido es una simple escenificación del fin bajo la música de “El Ocaso de los Dioses” de Wagner en una asociación de conceptos muy, muy básica, mientras que el resto habla de aceptación y perdón en términos que no pasan de convencionales, lo que hace de “Melancolía”, en su conjunto, una obra de digestión complicada sin muchos argumentos para su visionado. Triers se lo puso realmente complicado a sus lameculos a la hora de encontrar la manera de seguir adorándole, pero éstos encontraron la manera de valorarla con casi un 7 y un 70% de reseñas positivas. Así que, nada, a seguir alimentando al monstruo, a ver cómo se supera la próxima vez.
OsitoF
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